Los Mossos comenzaron a investigar a la familia, residente en Barcelona y de nacionalidad colombiana, después de varias denuncias de los vecinos, que se quejaban del trasiego de personas en el edificio, presuntamente toxicómanos, los cuales continuamente los molestaban al equivocarse de piso. Los vecinos también denunciaron ruidos persistentes y olores de productos químicos que llegaron a irritar los ojos de algunos vecinos.

En el registro del piso, la policía catalana encontró productos destinados a preparar y cortar droga, envases y recipientes para cocinarla o báscula de precisión.En el interior de la vivienda también fue localizada una pistola detonadora y dos navajas, armas que la familia usaba para protegerse de posibles robos o agresiones.

La familia disponía de 19.000 euros escondidos en la manga de un albornoz, de otros 2,170 euros en una caja fuerte y de una libreta bancaria en la que constaba un goteo constante de pequeños ingresos.

Los agentes encontraron varios relojes de alta gama y joyas que los investigadores sospechan que servían para blanquear el dinero que obtenían de la venta de la droga. Los detenidos fueron puestos a disposición judicial, y el juez decreto prisión para los padres y libertad con cargos para los dos hijos.