Los antitaurinos fueron recibidos con empujones, palos e insultos en la plaza pública. Pero aún así aguantaron hasta el final. Consiguieron aferrarse al puesto y evitar por unas horas el Toro Jubilo, un festejo que consideran “aberrante y medieval”.

Les avisaron hasta tres veces y ellos contestaron con sus armas, sus manos, hasta que se agotó la paciencia de los antidisturbios y acabaron por desalojarlos a patadas entre los abucheos del público de la plaza.

“A nosotros que nos dejen tranquilos hacer lo que nos gusta”, contó uno de los asistentes al festejo. Por su parte, otro afirmó que “el toro tiene que sufrir porque si no sufriera, no habría fiesta”. Los argumentos que utilizó un joven para defender este acto fueron que “en Valencia y Castellón hay cuatro o cinco toros a la semana”.

Los antitaurinos aseguran haber “lanzado un informe veterinario para demostrar que los animales padecen un terrible estrés, pánico y muchos terminan muriendo de infarto después de ser sometidos al fuego. Porque antes de divertir a la multitud le embarran, le colocan dos bolas con brea y se les prende fuego y si saltan chispas se apagan a golpes.