Cuando los periodistas le preguntan por la relación laboral de Bárcenas con el Partido Popular, la vicepresidenta responde que “el Gobierno no puede entrar aquí a contar datos laborales de nadie”.
En un segundo intento, cuando se le pregunta si Rajoy puede seguir gobernando pendiente de que Bárcenas tenga un arrebato de sinceridad, Sáenz de Santamaría vuelve a responder con otra evasiva: “No sé si la oposición no ha tenido suficiente con la respuesta del presidente en el debate del estado de la nación”.
Continúan las preguntas, y más de lo mismo. “Yo no puedo entrar aquí a valorar las actuaciones ni las declaraciones de nadie” responde cuando es cuestionada sobre si le preocupa la gestión que desde el gobierno se está haciendo del caso Bárcenas.
Tampoco responde la vicepresidenta sobre el posible chantaje de Bárcenas a Mariano Rajoy. Ni tampoco “puede informar” sobre la posibilidad de que el presidente se querelle con el extesorero.
Desde el partido, la misma estrategia de silencio. El martes, el portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, tampoco tenía información nueva que trasladar, “sinceramente”. El jueves, Carlos Floriano, vicepresidente de organización del partido, reconoce que “es bueno” no volver a insistir sobre un tema del que “ya hemos dicho todo lo que teníamos que decir”.
Y el portavoz adjunto en el Congreso, José Antonio Bermúdez de Castro, tampoco puede dar una “información concreta sobre este tema que se me pregunta”.
Todos parecen estar empujando a que Cospedal dé explicaciones. Que hable Cospedal, o mejor: que además de hablar, diga algo.