Su marido la tiroteó hasta en siete ocasiones por la espalda, lo quela hizo caer rendida al suelo. Sin embargo, su fortaleza la ayudó a salir adelante, aunque como ella relata, en el momento de caer al suelo, le daba igual vivir o morir, ya que no quería seguir viviendo el infierno al que estaba sometida por su pareja según ella misma declaró en el juicio.
Este brutal incidente fue la gota que colmó el vaso, ya que durante dos años estuvo sometida al constante maltrato, vejaciones y amenazas de muerte. El presunto agresor ha negado todo ante el juez, asegurando que él nunca he tenido nunca ninguna pistola, ni ha disparado a nadie, ni ha hecho nada de lo que se me imputa.
Lo único que reconoce es ser un consumidor habitual de cocaína y cannabis. El fiscal también le acusa de llevarse a su hijo de Madrid a Benalmádena e incluso de cambiar la matrícula de su vehículo para evitar ser localizado, algo de lo que él se defiende asegurando que "un padre no es capaz de secuestrar a su hijo".