La última firma en sumarse a la tendencia de proponer colecciones de moda islámica ha sido la casa sueca H&M, iniciativa que ha rechazado de pleno el Gobierno francés con el argumento de que se incita a un "control social sobre el cuerpo de las mujeres".

"Mi papel es el de ayudar a esas mujeres que quieren resistir a la influencia salafista en algunos barrios", ha comentado la ministra a cargo de los Derechos de las Mujeres en Francia, Laurence Rossignol, quien considera que no se puede disociar "la ropa y el modo de vida".

Rossignol cree que "cuando las marcas invierten en el mercado de la vestimenta islámica porque les resulta lucrativo, se colocan en retirada respecto a su responsabilidad social y, desde un cierto punto de vista, promocionan ese encierro del cuerpo de las mujeres".

Su reacción, transcurrida una semana de los atentados yihadistas que han dejado 32 muertos en Bruselas, se produce después de que H&M lanzara una campaña de publicidad con fotografías de modelos luciendo un velo islámico que acompaña con el eslogan: 'No hay reglas en la moda'. 'Nuestras colecciones permiten a cada uno vestir su personalidad, pero no animan a elegir un modo de vida en particular', ha esgrimido la marca sueca, la última de las grandes industrias textiles seducidas por el mercado musulmán. '

Antes se lanzaron a ese caladero la japonesa Uniqlo, con la comercialización de pañuelos 'yihab' que cubren la cabeza y el pecho; la británica Marks & Spencer, que vende 'burkinis'; o la casa italiana de moda de lujo Dolce & Gabanna y su colección de faldas largas islámicas. 

El sociólogo de la moda Frédéric Monneyron ha destacado en unas declaraciones que desde los años 70 las grandes marcas se han interesado por el mercado de Oriente Medio, adaptando ligeramente sus colecciones. La diferencia estriba en que actualmente diseñan, directamente, pensando en vestimentas para musulmanes, un mercado que se espera alcance los 500.000 millones de dólares (445.911 euros) en 2019, es decir, el doble que en 2013. 

La mayor parte de las grandes marcas francesas han evitado pronunciarse sobre un asunto delicado, pero no se ha mordido la lengua Pierre Bergé, expareja del difunto modisto Yves Saint Laurent y presidente de ese homónimo emporio de moda.

"Estoy escandalizado. Yo, que durante 40 años estuve junto a Saint Laurent, siempre he creído que la moda existía para embellecer a las mujeres, para darles libertad y, en todo caso, no para ser cómplice de esa dictadura impuesta que hace que se esconda a la mujer".