Cleonice Vieira de Moraes, de 54 años y empleada de la compañía de limpieza pública de Belén, fue hospitalizada la noche del jueves al sentirse mal por haber inhalado gases lacrimógenos lanzados por la policía para dispersar a los manifestantes concentrados en la capital del estado de Pará.

La funcionaria pública, que padecía hipertensión, murió en la mañana del viernes por las complicaciones derivadas de dos paradas cardíacas, informó el secretario municipal de Saneamiento de Belén, Luiz Otavio Mota, en una rueda de prensa.

Vieira de Moraes estaba con otros barrenderos en un local del centro de Belén en espera de limpiar tras el paso de los manifestantes, pero la explosión de una bomba de gases lacrimógenos dispersó al grupo, según las primeras informaciones sobre lo sucedido.

La primera víctima mortal fue el estudiante Marcos Delefrate, de 18 años, que murió atropellado la noche del jueves por el conductor de un vehículo que lanzó el automóvil contra un grupo de manifestantes que bloqueaban una vía en Ribeirao Preto.

En esa población tuvo lugar una de las manifestaciones en demanda de mejores servicios públicos que movilizaron a más de un millón de brasileños en al menos 80 ciudades del país.

Pese al carácter pacífico de la mayoría de las manifestaciones, las protestas en algunas ciudades terminaron con incidentes violentos. Los enfrentamientos entre policías y manifestantes en la noche del jueves dejaron al menos 62 heridos en Río de Janeiro y otros 50 en Brasilia, y diversos daños al mobiliario urbano.

Estos choques fueron provocados generalmente por el intento de pequeños grupos de manifestantes de invadir edificaciones públicas como el Congreso Nacional, la sede de la cancillería, la alcaldía de Río de Janeiro y la gobernación de Ceará.

Las protestas comenzaron la semana pasada en Sao Paulo, exclusivamente contra la subida de precio del transporte público, pero luego se añadieron otras reivindicaciones, como mayores inversiones en salud y educación pública, y críticas a los elevados gastos del Gobierno para organizar eventos como el Mundial de fútbol de 2014.

Pese a que varias alcaldías, incluyendo las de Sao Paulo y Río de Janeiro, ya anunciaron la reducción del precio de los billetes del autobús, metro y tren, los manifestantes mantuvieron sus protestas y las del jueves fueron las más numerosas hasta ahora.