El Gobierno de EEUU ha tratado de restar importancia al apretón de manos entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y el de Cuba, Raúl Castro, un gesto que generó todo tipo de interpretaciones pero que, según los analistas, no significa un avance en el deshielo entre los dos adversarios de la Guerra Fría.

Obama se dirigía hacia el estrado en la ceremonia en honor del expresidente de Sudáfrica Nelson Mandela, cuando pasó junto a Raúl Castro en una larga fila de dignatarios mundiales que acudieron a Johannesburgo para homenajear al fallecido líder africano.

El breve apretón de manos que siguió, acompañado de un inaudible intercambio de palabras, supuso el primer encuentro documentado entre Obama y Castro, y ha generado desde comentarios sobre el poder conciliador de Mandela a airadas críticas del exilio cubano. "El presidente (Obama) estuvo en un funeral internacional, y no eligió quién asistía", matizó el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, interrogado al respecto en una audiencia en la Cámara baja.

Según expertos, sin embargo, Obama tuvo poca opción cuando se encontró con Castro entre el resto de líderes. "Haberse negado a saludar a Castro, especialmente en el acto de homenaje a Nelson Mandela, habría quedado como un gesto corto de miras y completamente opuesto a la generosidad de espíritu de Mandela", según ha declarado el presidente del centro de estudios Diálogo Interamericano, Michael Shifter.

Rehuir a Castro en ese escenario "habría sido embarazoso y habría tenido un coste político para Obama", subrayó el experto, para quien sin embargo "sería imprudente sacar demasiadas conclusiones".

Castro, por su parte, ha calificado el apretón de manos como algo "normal", de gente "civilizada", en una breve entrevista con la emisora La FM de Colombia desde Johannesburgo.

Obama esbozó un acercamiento a Cuba a su llegada al poder en 2009, pero el proceso se frustró a partir de la condena apenas unos meses después al contratista estadounidense Alan Gross, condenado a 15 años de cárcel por "actividades subversivas". "Obama ya ha demostrado su disposición de cambiar la relación", afirmó Tomás Bilbao, director del centro de análisis Cuba Study Group, que coincidió en que el apretón de manos fue "un saludo protocolario" al que no debe darse "mayor interpretación".

El saludo entre Obama y Castro no tiene precedentes durante el mandato de ambos, pero no marca la primera vez que un presidente estadounidense estrecha la mano de uno de los hermanos Castro. En septiembre de 2000, durante la Asamblea General de la ONU en Nueva York, el presidente Bill Clinton saludó al entonces mandatario cubano, Fidel Castro, si bien el encuentro se produjo lejos de las cámaras y no llegó a la prensa hasta más tarde.