Una mujer cuya identidad se desconoce fue a un restaurante de Dallas en el que pidió lo más barato de la carta, una botella de agua de tan sólo 37 centavos. A la hora de pagar, dejó una propina de 500 dólares para el camarero que la atendió, Kasey Simmons. Su gesto de generosidad tenía un motivo.

Antes de irse, la comensal escribió en una servilleta por qué dejó tanta propina. Un día antes, Simmons estaba comprando en un supermercado y en la cola de la caja se encontró con una mujer que parecía triste. Entonces, el camarero decidió acercarse a ella para animarla, e insistió en pagar su compra, valorada en unos 17 dólares.

"No se trataba de dinero, sino de mostrar a alguien que te importa", ha asegurado Simmons a la CNN. La generosa propina que recibió al día siguiente provenía de la hija de aquella mujer a la que animó. En la servilleta explicaba que su madre se encontraba triste porque era el tercer aniversario de la muerte de su marido.

"En uno de los días más deprimentes del año, hiciste que el día de mi madre fuera maravilloso", se podía leer en la nota. "Insististe en pagar, le dijiste que era una mujer muy guapa. No había visto a mi madre sonreír así desde que murió mi padre", continuaba la hija de la viuda.

Sin embargo, no quiso revelar su identidad, ni la de su madre. Aún así, Simmons se sintió muy satisfecho por su acto de bondad y muy agradecido por su propina, sabiendo que su simple gesto tuvo un impacto incalculable.