Cientos de miles de personas han tomado las calles de más de un centenar de ciudades de Brasil y han exigido la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, quien está cada vez más acorralada por la corrupción en Petrobras y una economía casi en recesión. 

Las protestas han sido convocadas por grupos opositores ajenos a la política formal y fueron menores que otras dos realizadas este año, que llegaron a congregar a 2,5 millones de personas, aunque han tenido como diferencia el coro que hoy gritó "Fuera Dilma" en todo el país. 

En todos los casos, en boca de los manifestantes han estado las corruptelas en Petrobras, que involucran a dirigentes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), y la crisis en que se ha sumergido la economía nacional, que este año se encogerá en torno a un 1,5 %. La convocatoria fue apoyada por ciudadanos de unas 150 ciudades que han tomado las calles, vestidos en su gran mayoría con los colores verde y amarillo de la bandera brasileña. 

La mayor concentración se ha dado en la Avenida Paulista, el corazón del mundo de los negocios y las finanzas en Sao Paulo y el principal bastión electoral de unos partidos de oposición más envalentonados y que hoy, a diferencia de las manifestaciones realizadas en marzo y abril pasados, salieron a la calle en respaldo a la protesta. 

La Avenida Paulista ha sido totalmente ocupada por los manifestantes, pero al caer la noche ni los organizadores de la protesta ni las autoridades habían divulgado cálculos sobre el número de personas, que medios independientes han calculado en cientos de miles. 

En el resto del país, los cálculos de la Policía han apuntado a que poco más de medio millón de personas dedicó a protestar. En Belo Horizonte, el excandidato presidencial Aécio Neves se ha sumado a los manifestantes e incluso ha pronunciado un breve discurso ante unas 6.000 personas.