Sonríe sarcasticamente Milan Lukich ante el tribunal que le ha condenado ya definitivamente a cadena perpetua y a 30 años a su primo y colaborador Sredoje. Y no es raro en él que le de por reir. Cuentan quienes sobrevieron a la sangrienta primavera y verano del 92 en Visegrado que antes de disparar a los jóvenes bosnios y tirarlos a este río les preguntaba muy gracioso él si sabían nadar.
También a las mujeres a las que se disponía a violar y a quemar vivas les pedía antes matrimonio como un chiste.“Nos encerraron, descargaron sus armas contra la puerta, después tiraron granadas dentro, con la pólvora era muy difícil respirar” cuenta Zhera, una mujer logró escapar, pero otras 142 personas murieron encerradas en dos casas las que pueden ver en las imágenes. Unas quemadas y otras tiroteadas cuando intentaban huir.
La mayor tenía 65 años, la más pequeña, tres días. Como miembros del grupo paramilitar Águilas Blancas, Milas y su primo Sredoje fueron uno de los brazos ejecutores de la limpieza étnica serbia. Han tenido que pasar veinte años para la sonrisa por fin se les hiele en los labios.