La concentración de CO2 en la atmósfera hará que suban las temperaturas. Esto supondrá que las corrientes de chorro, aquellas que se producen a 10 kilómetros de altitud por la diferencia de temperatura entre los Polos y el Ecuador, generen vientos más fuertes. Esto supondrá que las turbulencias en vuelo aumenten un 40%.

Ante este anuncio, algunos expertos se han mostrado un poco escépticos. Un ejemplo claro es el de Ernesto Rodríguez, Jefe de área de evaluación y modelización del clima. A su juicio, las emisiones no se saben cómo pueden ir evolucionando, ya que “depende de muchos factores, como los posibles acuerdos internacionales que limiten estas emisiones de CO2”.

Esto no hará que el avión deje de ser el medio de transporte más seguro, eso sí, habría que buscar rutas alternativas. Esto hará que los aviones consuman más combustible y por lo tanto, las emisiones de CO2 serán mayores, algo en lo que las aerolíneas tendrán que trabajar.

Se calcula que el coste medio para las aerolíneas podría ser de unos 114 millones de euros anuales.