¿Casa rural o resort en la costa? ¿Viajo en coche, en tren o en avión? Son preguntas que cada vez más turistas se hacen no solo por cuestiones económicas, sino por conciencia ambiental. La demanda del turismo está cambiando, y tanto alojamientos como empresas de transporte lo saben.

Pero, además, los compromisos adquiridos por España en materia ambiental bajo la amenaza del cambio climático obligan a que este sector clave de la economía española se adapte a un modelo más sostenible.

En los objetivos de la Agenda 2030, que no es otra cosa que los deberes que se ha autoimpuesto la humanidad para un futuro no tan lejano, la meta del turismo sostenible aparece de forma transversal. Crecimiento económico, sí, pero inclusivo y sostenible; consumo y producción, también, pero sostenibles; uso de los océanos y los recursos marinos, factible, pero, por supuesto, sostenible.

A estos objetivos se suman los establecidos por la Comisión Europea, que quiere reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55 % como mínimo de aquí a 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono para 2050. En esto, el turismo tiene un papel fundamental, pues es el responsable de una gran cantidad de emisiones de CO2.

Y en ese contexto, ¿cómo se están adaptando está economía? ¿Llegaremos a cumplir esos objetivos? Echamos un vistazo a los pasos que están dando los distintos sectores.

Hoteles y alojamientos: a ahorrar recursos

La etiqueta de turismo sostenible a menudo se ha asociado a turismo de la naturaleza, ecológico, etc. Pero ya no es un sinónimo necesario, porque un establecimiento tradicional puede adaptarse y ser sostenible.

¿Cómo? Desde abastecerse con energías renovables, usar iluminación LED, o instalar un sistema de ahorro y aprovechamiento de agua para piscinas o fuentes, además de, como cada ciudadano hacemos, potenciar el reciclaje de residuos y la reutilización de recursos.

Además, ya fuera de lo puramente orientado al cliente, los establecimientos pueden enfocar sus esfuerzos en la conservación de la biodiversidad de su entorno, y reducir su huella de carbono comprando productos de proximidad.

Como usuarios, lo difícil es saber quién está tomando esas medidas. Para clientes exigentes hay portales especializados como Rusticae, que tienen una etiqueta de alojamiento sostenible. Este buscador ha creado un sello en el que solo incluyen a los alojamientos que cumplen una serie de parámetros de sostenibilidad. También el buscador de alojamientos generalista Booking incluyó en 2021 una casilla de alojamiento sostenibles.

Aunque es reciente, el aumento de visitas a los perfiles de estos alojamientos ya denota el mayor interés por ello, apuntan desde Rusticae: "Los alojamientos no solo buscan potenciar sus áreas sostenibles si no que es parte de su proyecto desde el inicio, por lo que ser capaz de mostrarlo y que los clientes lo valoren es algo por lo que apuestan fuertemente".

Y eso, asegura, no tiene por qué implicar un mayor coste: "Es una filosofía de hacer las cosas y no siempre pasa por el coste. Por ejemplo, la reducción del plástico es algo que mejora los costes en los alojamientos, pero no se traduce en un mayor coste para el cliente", apunta.

Cada vez más grandes cadenas hoteleras se suben también a este carro y han ido tomando medidas para ahorrar recursos. Algunos, incluso ofrecen al cliente la posibilidad de compensar su huella de carbono generada por el desplazamiento hasta el hotel o los recursos consumidos.

¿Es lo mismo turismo ecológico y sostenible?

Lo que está claro es que el turismo sostenible tiene cada más tirón. Quien más sabe de ellos es la Asociación de Ecoturismo de España, quien promueve desde hace más de diez años el turismo responsable con el medio ambiente.

Aunque está más centrado en el entorno de espacios naturales, son quienes han ido viendo cómo se sumaban más y más proyectos y administraciones locales a su red. Al final, entre que España consta de una península y dos archipiélagos -más Ceuta y Melilla-, y que más de un tercio del territorio español son espacios protegidos, raro es que una propuesta turística no tenga un espacio natural cercano al que vincularse.

Según los datos del Observatorio de Ecoturismo en España, un 49,8% de los encuestados viaja entre dos y cuatro veces al año a espacios naturales y los dos principales motivos para visitar un destino por parte de los viajeros ecoturistas han sido visitar el espacio natural (24,7%) y descansar y relajarse en la naturaleza (21,6%).

El ecoturismo ha liderado la corriente de hacer el turismo sostenible

Desde esta asociación consideran que, aparte de diferenciar entre turismo sostenible y ecoturismo, "Todos los segmentos y productos turísticos deberían aplicar criterios de sostenibilidad reales, dejar de hablar de números y hablar de calidad, de sostenibilidad y de impacto positivo en el territorio", tal y como promueve a la Agenda 2030.

Esta asociación defiende también que un turismo sostenible "no debe vincularse directamente la sostenibilidad a un aumento de costes": "Es la calidad del servicio lo que puede hacer aumentar el precio y no tanto el aplicar herramientas de sostenibilidad", apuntan.

Es el caso de algunos hoteles que se definen como ecológicos y que son además propuestas de lujo o joyas arquitectónicas que sí repercuten en el precio. Alojarse en una típica cabaña de árbol, o en una burbuja en mitad del desierto de las Bardenas Reales (Navarra) es un plan sostenible y de ensueño, pero no más que un sueño para muchos.

Transportes: todo al hidrógeno

Pero quien tiene que afrontar el mayor reto para poder conseguir los objetivos de sostenibilidad son los transportes y, en especial, el sector naviero y el aeronáutico. Según datos de la Comisión Europea, el transporte aéreo y marítimo representan el 14,4% y el 13,5 respectivamente de las emisiones del transporte en la UE.

Para cumplir sus objetivos ambientales, Europa ha incluido en su paquete legislativo las iniciativas ReFuelEU Aviation y FuelEU Maritime, que buscan aumentar progesivamente la utilización de combustibles sostenibles en las aeronaves y los buques. Su principal desafío es lograr una transformación absoluta y decir casi adiós a los combustibles fósiles para 2050. Y en esto, el hidrógeno pasa por ser la solución y el amoniaco verde comienza a despuntar también como alternativa.

La industria ya está comenzando lentamente esa transformación. En verano de 2022, Explora Journeys, marca de la división de cruceros del Grupo MSC, y Fincantieri, uno de los mayores grupos de construcción naval del mundo, anunciaron la construcción de dos cruceros de lujo propulsados por hidrógeno.

Estos dos barcos –y los anteriores- seguirán funcionando con Gas Natural Licuado, (GNL), pero aseguran que con un sistema avanzado que soluciona el problema de los escapes contaminantes que suele dar el GNL. A esto se añadirá una pila de hidrógeno con la que, dicen, se abastecerá al hotel a bordo. Además, la naviera relata una serie de nuevas tecnologías que harán estos buques más sostenibles, como la reducción de ruidos en el fondo marino, o la posibilidad de conectarse a tierra en puerto para reducir así su consumo

Como este, hay otros proyectos que han ido surgiendo en todo el mundo. En Japón se está probando desde el pasado mes de octubre el primer barco de pasajeros alimentado con hidrógeno -en realidad es híbrido, porque también lleva diésel-.

También hay experiencias en buques de carga, como el Viking Energy, que se prevé que estará listo en 2023. Funcionará con hidrógeno, pero además será el primero del mundo que contará una pila de combustible de amoniaco verde. El amoniaco líquido apunta a ser también una alternativa para la descarbonización de la economía.

Ejemplos de cómo empezar un largo camino para transformar el sector. Misma transformación es la que necesita el sector aeronáutico. Y algo hay de ello. Airbus ha presentado a inicios de este 2023 tres nuevos prototipos con cero emisiones que podrían estar en funcionamiento a partir de 2035 y que se prevé que vuelen con hidrógeno. Esto plantea a su vez otro reto, y es el de la adaptación de los aeropuertos para suministrar de ese nuevo combustible.

También existen otras alternativas y tecnologías como los biocombustibles, fabricados a partir de huesos de aceituna y otros residuos vegetales. Esto es ya una realidad en España -muy minoritaria, concretamente en Sevilla, desde donde ya parten aviones con ese biocombustible en sus depósitos.

El hidrógeno también se presenta como la gran novedad como combustible para los autobuses, así como los 100% eléctricos. Este sector es posiblemente el más avanzado en cuando a sostenibilidad –sin tener en cuenta trenes y metros- y llevamos muchos años viendo vehículos de gas natural, gas licuado de petróleo, o híbridos de otro tipo. Ciudades como Madrid ya tiene el 100% de su flota municipal limpia. En Barcelona, con la última adquisición de buses híbridos se aspiraba a alcanzar el 60% de la flota como sostenible.

El turismo debe adaptarse a los compromisos ambientales

En esta semana en la que se celebra la feria de turismo FITUR, el turismo sostenible volverá a ser protagonista en muchas propuestas comerciales, pero también será objeto de discusión política. Este jueves, la ministra de Turismo, Reyes Maroto estará en los encuentros de Metafuturo sobre turismo sostenible, organizada por Atresmedia y en la que participarán directivos de empresas como MSC Cruceros, Cepsa e Iberia.

Los empresarios del turismo afrontaron con dudas este tema en el Ágora de Turismo Sostenible que organizó el medio especializado Hosteltur en 2022. Más de 300 responsables que se reunieron para hablar largo y tendido sobre esta materia, y en la que se expresaron tantas dudas como casos de éxito. Una certitud clara, eso sí, es que es urgente adoptar medidas para frenar el cambio climático.

"Estamos transitando, pero no al ritmo que toca". Ese es el mejor resumen de la situación actual, que fue pronunciada por Toni Riera, de la Fundació Impulsa Baleares y uno de los mayores impulsores de la sostenibilidad en el turismo en España. Él fue quien apeló a ponerse las pilas y a adoptar un cambio de mentalidad porque, aseguró, el sistema turístico ese al que menudo se apela como si fuera inamovible, "tiene capacidad de cambio" y "está en permanente transición".

Por ello, sostiene, "no podemos interpretar que es una alternativa al turismo de masas o un nuevo nicho de mercado, sino que hay que interpretar el turismo sostenible como una palanca de competitividad". Dicho de otra manera: el turismo, de aquí en adelante, o es sostenible, o no será.