El verano y otoño de 2022 se han caracterizado por temperaturas muy elevadas en el Mediterráneo, especialmente en la cuenca occidental. Aunque la temperatura superficial del mar (TSM) inició su descenso estacional en otoño, se ha mantenido en valores superiores a la media que han sido más notables en septiembre y desde mediados de octubre hasta noviembre.

Así, la TSM desestacionalizada muestra un pico en los últimos meses, aumentando la tendencia a largo plazo. El calentamiento acumulado durante el periodo de estudio (1982-2022) casi llegó a 1.6˚ C, promediado en toda la cuenca mediterránea. Las anomalías positivas siguieron dándose durante el otoño con noviembre arrojando los valores más altos en ese mes desde 1982.

Son conclusiones que extrae el grupo de Meteorología y Climatología del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), que revisa y actualiza periódicamente la climatología y la tendencia de la temperatura superficial del mar en la cuenca mediterránea como indicador del cambio climático.

Y es que la zona del Mediterráneo ha sido definida como un punto caliente del cambio climático. Desde el punto de vista climático, el Mar Mediterráneo y sus interacciones con la atmósfera juegan un papel fundamental en sus condiciones ambientales. Por lo tanto, es crucial estudiar el comportamiento del Mar Mediterráneo en el pasado y monitorear su situación actual para entender los posibles escenarios futuros en la región, señalan desde el CEAM.

Samira Khodayar Pardo, directora del Grupo de Meteorología y Climatología del CEAM, remarca al diaro Levante que habrá variaciones, pero el calentamiento del mar Mediterráneo es progresivo y "cada vez más rápido", con una "clara aceleración en las últimas décadas".

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