Para fabricar unos tejanos se necesitan unos 3.000 litros de agua, 2.000 l para una camiseta de algodón, 4.000 l para un traje de lana y en torno a 1.000 l para una camisa de tejido sintético. El sector de la moda es el tercero en uso de agua y suelo, quinto en uso de materias primas y es el cuarto con más impacto medioambiental según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). En 2020 se necesitaron 175 millones de toneladas de materias primas para fabricar toda la ropa y calzado que se compró en Europa, lo que equivale a 391 kg por persona. Desde 1996, la cantidad de ropa que compra un europeo medio ha aumentado un 40% debido a la caída de los precios y al surgimiento de la moda rápida. A nivel mundial, solamente se recicla el 1% de las prendas de vestir. En España, la cifra es comparativamente buena: el 11% de la ropa se recicla o reutiliza.

El primer paso para darle una segunda vida a la ropa que ya no se usa es tan sencillo como llevarla a un punto de recogida. Si la ropa está bien cuidada se puede entregar en parroquias, escuelas, organizaciones benéficas o centros sociales que cuentan con un sistema de gestión. También se pueden entregar en contenedores específicos. Cáritas es la entidad que más residuos textiles gestiona en España (el 41% del total). Aproximadamente el 60% de la ropa que se recoge está en perfecto estado y se le da una segunda vida, el resto, un 40% se separa para reciclaje o valorización energética.

Las prendas de ropa que entran en la cadena de reciclaje primero se deben clasificar por tipo y composición. Para eso se utilizan sistemas ópticos de infrarrojo y visible asistidos por inteligencia artificial que separan las prendas de algodón de las de lana, poliamida, viscosa o poliésteres. Sin embargo, hay muchas prendas de ropa que se fabrican con materiales mezclados, por ejemplo, lana con viscosa, algodón con elastano o poliéster con poliamida.

Se tiende a pensar que una prenda de ropa será más sostenible si está fabricada con un solo material, pero esto no siempre es así. La calidad, y por tanto la duración, de una prenda de ropa depende de lo largas que sen las fibras del tejido; así, una prenda de lana fabricada con fibras largas de alta calidad durará en buen estado más tiempo que una de fibras de lana cortas. Lavar la ropa adecuadamente y, sobre todo, plancharla también la mantiene más tiempo como nueva. Algunas mezclas textiles también sirven para prolongar la vida de la ropa. Por ejemplo, la lana mezclada con viscosa, además de hacer que no pique y que sea hipoalergénica, mantiene la integridad del tejido durante más tiempo.

Las mezclas textiles tienen sus pros y sus contras. Por ejemplo, los tejidos hechos con mezclas de diferentes materiales son los más complicados de separar y, por tanto, más difíciles de reciclar por el método convencional de reciclado mecánico. Por eso el diseño es esencial para reducir el impacto medioambiental de todo lo que se consume, pensando en el ciclo completo de cada producto, incluyendo el reciclaje al final de su vida útil.

El reciclaje mecánico consiste en triturar el tejido y posteriormente volver a hilarlo. Con esos hilos se vuelven a fabricar tejidos. También en este caso la longitud de las fibras obtenidas es crucial para determinar la calidad del hilo, cuanto más largas más calidad. En la mayoría de los casos los tejidos reciclados por reciclaje mecánico están hechos con fibras más cortas y de menor calidad que los originales, y por eso se suelen mezclar con hilos vírgenes si con ellos se quiere fabricar ropa nueva, o bien se destinan a fabricar productos textiles de menor rango, como bolsas, ropa de hogar, trapos, ropa de trabajo, etc.

Para esquivar el problema de la separación de las mezclas textiles y evitar empobrecer la calidad del tejido tras el reciclado, existe una estrategia de reciclaje más sofisticada que se llama reciclaje químico o despolimerización. Prácticamente todos los tejidos están formados por polímeros, que son como collares de cuentas a escala atómica. El reciclaje químico consiste en separar las cuentas o monómeros del collar uno a uno para luego recomponerlo en polímeros nuevos. Hay diferentes tijeras químicas capaces de hacer esto: la despolimerización térmica corta mediante calor, la solvólisis disuelve los enlaces entre los monómeros, y la despolimerización enzimática usa microorganismos o las enzimas que estos producen para romper el hilo del collar y liberar los monómeros.

Esta estrategia de despolimerización química permite convertir residuos textiles en tejidos nuevos de alto valor, al contrario de lo que suele suceder con el reciclaje mecánico convencional. Esto se conoce como upcycling, algo así como 'reciclar hacia arriba' o 'reciclar a mejor'. Es lo que recientemente ha desarrollado la compañía química BASF en colaboración con Inditex: la loopamida, un nuevo material fabricado a partir de la despolimerización de residuos textiles.

El proceso de fabricación de loopamid consiste en triturar residuos textiles e introducirlos en un reactor de despolimerización donde se transforman en caprolactama. La caprolactama es un monómero, es como la cuenta de los collares de poliamida. La caprolactama se repolimeriza para obtener la resina de poliamida 6 (similar al nylon), lista para ser hilada en nuevas fibras o materiales llamados loopamid. Con ella se pueden fabricar desde tejidos hasta cremalleras, botones o velcros. Con este material Zara ha fabricado una parka siguiendo el enfoque de 'diseño para el reciclaje': todas las piezas, incluidos los tejidos, los botones, el relleno, los ganchos y las cremalleras, están fabricados con loopamid.

Reducir el impacto medioambiental de la moda es posible gracias a colaboraciones interdisciplinares como esta, entre la química y el diseño de moda. La química juega un papel fundamental en el desarrollo de nuevos materiales y estrategias de reciclaje que comprenden todo el camino que recorre una prenda de ropa. A título individual también se puede contribuir a reducir el impacto medioambiental de la moda comprando de forma responsable y cuidando la ropa que ya se tiene. La respuesta no es comprar menos, sino comprar mejor y usar mejor: una prenda de ropa que se usará durante años siempre será sostenible.