Losgritos a Viniciusno han sido el episodio racista más grave que se ha dado la última semana de campaña electoral en España. Ha sido el más mediático, el más llamativo, el que más ha indignado, el que más repercusión internacional ha tenido, pero no el más grave. El suceso racista más peligroso ha sido realizado por Vox con la publicación de un cartel en el que señala los nombres de inmigrantes árabes que han cobrado ayudas al alquiler de la Comunidad de Madrid. Las listas negras con nombres extranjeros siempre han sido precursoras de los pogromos. Racistas son el que grita "mono" a Vinicius y Santiago Abascal señalando a inmigrantes en su campaña electoral.

Nadie duda que quien grita "puto negro" y "mono" a Vinicius lleva banderita de España, cree que España está plagada de feminazis y que las ayudas van destinadas a los inmigrantes. Ese es el fenotipo medio del racista que acude a un campo de fútbol a proferir insultos racistas sobre los jugadores negros del equipo contrario, también con el negro del equipo propio si se sale del carril, como ocurrió con David Alaba por parte de los aficionados del Real Madrid por votar a Messi en las votaciones para el balón de oro. El racista no distingue entre propios y ajenos cuando el negro hace lo que no gusta al racista. Nadie duda que quien muestra este comportamiento cree que solo queda Vox.

El votante de Vox y el ultra que grita insultos racistas en el campo son el mismo y tienen como objetivo acosar y perseguir al diferente, que se llama Vinicius un día y aparece en una lista en un cartel electoral otro. El racismo es un sistema de opresión, de consolidación de poder del hombre blanco al que Vox aspira a representar. Por eso señala al negro famoso, pero también al anónimo, porque busca discriminarlos por todos los medios a su alcance. El grito racista en el campo engrasa la llegada a las instituciones de los racistas de la extrema derecha que representa Abascal.

Vinicius es un ídolo. Un hombre rico. Pero aún así sufre los gritos racistas aunque no tenga la discriminación asociada por clase social que hace que tenga más difícil buscar un trabajo, alquilar un piso o evitar que la policía le pare por la calle. Los gritos contra Vinicius tienen un poder extremo de violencia simbólica que acabará afectando en mayor medida al negro pobre, al niño negro en la escuela, a la mujer negra que acude a una entrevista de trabajo. Porque si con Vinicius pueden, qué no pueden hacer con personas anónimas. Por eso es vital tomar medidas contundentes contra el racismo cuando el episodio de acoso racista lo sufre alguien como Vinicius. Porque no solo es una medida que afectará a su dignidad, sino que por encima de todo afectará al bienestar de miles de personas negras anónimas y pobres. Las más vulnerables.

En España hay un 13% de inmigrantes y Vox atenta contra los derechos de ese porcentaje porque es racista y esencialista. Que no lo demuestre de manera evidente gritando "mono" o "moro" en sus mitines no significa que sus mensajes vayan destinados a la discriminación del diferente. Los posfascistas dejan a los más exaltados esa labor de odio en los campos de fútbol y en las calles para que así disciplinen al resto, para que sepan que en España nunca serán aceptados por una parte importante de la sociedad si quieren tener los mismos derechos que los otorgados por el Ius sanguinis (derecho de sangre). El problema del racismo en España no viene por cuatro ultras en el campo, sino por 52 diputados en el Congreso.

Vox es un partido racista. Lo ha demostrado esta semana con su diana a los inmigrantes árabes en forma de lista en un cartel de campaña y lo demostró diciendo a Serigne Mbaye, diputado de Podemos en la Asamblea de Madrid, que le deportarían cuando llegaran al poder. Deportarle por ser negro. Lo demuestra cada vez que pone en el disparadero a los niños inmigrantes no acompañados criminalizándoles con el nombre deshumanizante de MENA y acudiendo a los centros donde los acogen para que otros más exaltados actúen contra ellos cuando los ven por la calle. Vox demostró ser racista cuando decidió que no felicitaría a Ana Peleteiro y Ray Zapata por sus medallas en los juegos olímpicos solo por el hecho de ser negros. El racismo es un problema estructural en España, entre otras cosas porque un partido racista como Vox es naturalizado como un actor político más con el que es aceptable pactar y llegar a acuerdos de gobierno. Todo aquel que denuncie el racismo en los campos de fútbol contra Vinicius y se haga una foto al lado de un cargo de Vox es un cínico que no ve tan mal que a los negros, los árabes y cualquiera con otro color de piel tenga menos derechos que los españoles.