No hay una sola dirección de una cadena pública o privada que tenga actitudes irreprochables y no criticables. Ni una sola. Pero últimamente se ha visto cómo una parte de la izquierda, por el simple hecho de tener visibilidad allí, defiende todo lo que se hace en RTVE de manera acrítica, mientras la derecha hace lo que siempre ha hecho, ir con todo contra todos para hundir a un gobierno.

A veces, asisto con espanto al nihilismo crítico que hace que la gente milite en una televisión, un medio, un programa o un periodista siempre que dicen lo que quieren oír, sin mantener una posición firme basada en la ideología y en los valores que cuestione no quién hace algo sino lo que se hace.

Es normal que el mundo progresista se sienta más representado con esta TVE que con la de Alfredo Urdaci, pero no es normal que se defienda cada actitud sin mirar un poco más profundamente el uso del dinero público que se hace. Porque TVE no es un medio que pueda ser fiscalizado como cualquier otro, sino que es un medio que se nutre de nuestros impuestos y que hay que escrutar con mayor rigor.

Existen muchas actitudes y acciones de RTVE que no pueden ser defendidas desde el punto de vista progresista. José Pablo López es una gran gestor de medios audiovisuales con el que tuve la suerte de coincidir en Telemadrid cuando ambos fuimos laminados por Isabel Díaz Ayuso, pero, como todos, también podemos cometer errores o no poder llevar a cabo todos los cambios profundos que un gigante como el ente público tendría que asumir. El caso de Eurovisión y el suave posicionamiento contra el genocidio en Gaza es uno de los últimos ejemplos de celebración entusiasta acrítica que no se sostiene.

Se ha aplaudido por parte de la izquierda la emisión de un mensaje muy suave contra el genocidio en Gaza mientras Israel participaba en el certamen. El mensaje en la pantalla, suavizado con respecto a los días previos, se hizo para evitar una multa de la UER, que es la gestora de Eurovisión. No está mal, pero mucho mejor hubiera estado no participar o explicar por qué Ana María Bordas Julve, periodista de TVE, y una de las máximas dirigentes de la UER toma esas decisiones que impiden ejercer la crítica política cuando el certamen es en sí mismo una plataforma de propaganda política sionista que sirve para blanquear al régimen genocida de Israel.

No es un certamen político, dicen, mientras mantienen a Rusia excluida y a Israel protegida. ¿Se ha planteado TVE salirse de la UER mientras se mantenga este sesgo político? Porque es lo mínimo exigible cuando se trata de una campaña televisiva a favor de un régimen criminal. Seamos críticos de verdad. Nos lo debemos. Porque aun hay más.

Bob Pop, al que quiero de manera preferencial, criticó a los que no consideran adecuado el formato de 'La Familia de la Tele' en el que participa porque nace de un prejuicio clasista, algo que comparto, a lo que añadió que lo que quieren esos críticos es privatizar la televisión pública. Y ahí viene el problema, algunos de los críticos lo somos y defendemos la pública por encima de nuestros intereses. La privatización no es solo convertir una televisión pública en privada, sino desviar la producción propia a productoras privadas que de facto están llevando los recursos públicos a manos privadas porque el formato del que participa está realizado por una productora privada, cuando en televisión española existen los recursos suficientes para realizar cualquier programa.

La primera huelga que hice como trabajador de RTVE fue un el año 2007 por el proceso de externalización de los servicios informativos a Overon, mientras las unidades terrenas propias de TVE se dejaban oxidar en los aparcamientos. Yo siempre he entendido que la izquierda debe luchar contra las privatizaciones y la gestión privada de los recursos públicos, pero parece ser que cuando esas privatizaciones son para aquellos que dicen lo que quieres oír se tolera, se defiende y se critica a los trabajadores del ente público que defienden sus puestos de trabajo frente a la parasitación de las empresas privadas.

La defensa de la televisión pública se hace por encima de todo, impidiendo que cualquier gobierno haga de ella un elemento de propaganda para sus intereses, incluso cuando dicen lo que nos gusta escuchar o se ajusta a nuestras ideas. RTVE tiene que ser defendida como un medio independiente de los intereses del gobierno de turno, que gestione los recursos públicos con pulcritud sin derivarlos a productoras privadas, y defendiendo ante todo a los trabajadores del ente para que tengan la protección e independencia necesaria que les permita hacer su trabajo con rigor fiscalizando con responsabilidad, seriedad y profesionalización al gobierno. Sobre todo al gobierno, y eso se tiene que hacer cuando gobiernan los que nos gustan, para que puedan hacerlo cuando gobiernan los que no nos gustan.