El Ministerio de Sanidad, a través de la modificación legislativa de la Ley Antitabaco, equiparará el uso del cigarrillo electrónico con el consumo de tabaco tradicional. Por ello, la organización subraya que “vapear también es fumar, y sus consecuencias ya están empezando a pasar factura”.

Un estudio publicado el pasado 25 de junio en la revista científica ACS Central Science ha detectado niveles alarmantes de metales pesados y compuestos tóxicos en algunas marcas de vapeadores desechables. La investigación, liderada por científicos del Departamento de Toxicología Ambiental de la Universidad de California (EE.UU), arrojó resultados tan extremos que los investigadores llegaron a pensar que su aparato de medición se había estropeado.

“Las concentraciones de algunos compuestos tóxicos de origen metálico se multiplicaban hasta en un mil por ciento conforme se iba degradando la resistencia que calienta los líquidos por el uso continuado del aparato”, advierten los expertos.

Los menores, los más expuestos

La edad media de inicio de vapeo ha bajado hasta los 12 años, lo que supone una exposición precoz a la nicotina en niños que aún no han alcanzado la adolescencia. Además, más del 54% de los adolescentes entre 14 y 18 años ha probado el vaper, y un 25,2% de los niños de entre 12 y 13 años, ha utilizado cigarrillos electrónicos al menos una vez, según los últimos informes del Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP).

Raquel Fernández-Megina, presidenta de Nofumadores.org, denuncia que “la ciencia empieza a desmontar que esas promesas eran humo, y los datos de todas las encuestas confirman que la industria del tabaco tiene como objetivo-diana a los preadolescentes como consumidores de vapers”.

Además, la organización recuerda que los cigarrillos electrónicos no son inofensivos ni tampoco son una opción más saludable. “Estamos ante un problema de salud pública que necesita una respuesta legislativa valiente y urgente”, concluyen.