Las personas que sufren tumores cerebrales, también conocidos como astrocitomas, podrían mejorar o frenar su crecimiento con una dieta cetogénica modificada, rica en grasas y baja en carbohidratos. Así lo afirma un pequeño estudio publicado en la revista online de Neurology la revista médica de la Academia Americana de Neurología.

El análisis explica que esta dieta resulta segura y da buenos resultados para aquellas personas con astrocitomas que hayan finalizado su tratamiento de radioterapia y quimioterapia, ya que durante la investigación se produjeron cambios en el metabolismo corporal y cerebral de los pacientes.

Este estudio no se diseñó para probar si, en concreto, la dieta resultaba eficaz a la hora de frenar el crecimiento del tumor o si únicamente servía para mejorar la supervivencia. Sin embargo, debido a que no existen muchos tratamientos efectivos contra los atrocitomas y las tasas de supervivencia son bajas, cualquier avance es aceptado, tal y como afirma el autor del estudio, Roy E. Strowd, de la Escuela de Medicina Wake Forest y miembro de la Academia Americana de Neurología.

Las células de los tumores cerebrales necesitan azúcar o glucosa para crecer y para dividirse. La efectividad de esta dieta, según Strowd, reside en que es baja en azúcar y rica en cetonas, lo que las células normales del organismo utilizan para recabar energía, en lugar de carbohidratos. Sin embargo, las células cancerígenas no pueden hacer uso de las cetonas para conseguir energía.

Para realizar la investigación participaron 25 personas con astrocitomas que realizaron durante ocho semanas un tipo concreto de dieta cetogénica: la dieta Atkins, que combina grandes cantidades de grasas con la restricción de carbohidratos y está compuesta por alimentos tales como crema de leche, verduras de hoja verde, huevos, pescado, mantequilla o tocino.

Un dietista fue controlando a los participantes al inicio del estudio y cada dos semanas. Así, seguían la dieta Atkins cinco días a la semana y ayunaban los dos días restantes, cuando solo ingerían el 20% de calorías diarias recomendadas.

El estudio fue completado por 21 pacientes, mientras que el 48% del total siguió la dieta al completo. También se realizaron análisis de orina que mostraron que en el 80% de los individuos, su organismo utilizaba de manera parcial las grasas y proteínas como combustible, sustituyendo a los carbohidratos. De este modo, los resultados prueban que la dieta fue tolerada. Tan solo hubo dos personas con efectos secundarios graves, pero solo los de una de ellas posiblemente fueran a causa de la dieta.

Al terminar la investigación, se observaron cambios en el metabolismo del cerebro. Se experimentó un aumento en la concentración de cetonas y cambios metabólicos en el tumor. También disminuyeron los niveles de hemoglobina A1c, insulina y masa corporal. Strowd afirma que son necesarios más estudios para confirmar la eficacia de esta dieta, pero que estos resultados muestran que puede resultar segura y exitosa.