El estudio del International Journal of Biological Sciences demuestra que la combinación de la terapia fotodinámica, o terapia con luz, combinada con dos medicamentos aprobados clínicamente favorecen a la respuesta de las células tumorales del tratamiento.
El procedimiento consiste en aplicar una sustancia que vuelve sensibles las células del tumor. Posteriormente, se aplica la fototerapia en la zona, con una longitud de onda específica. De esta manera, la luz activa la sustancia en la piel, destruyendo las células tumorales de forma poco invasiva para el paciente y preservando la integridad estética de la piel. Sin embargo, sus limitaciones se asocian a la resistencia que desarrolla el tumor, que podría provocar que deje de responder al tratamiento.
Una de las causas asociadas podría ser a una molécula producida en el tumor, la TGF-beta1. Esta permite que las células cancerosas resistan al tratamiento al ser producida, sobre todo, por unas células llamadas fibroblastos asociados al cáncer; ayudan a crecer y protegerse al tumor, según los investigadores del CBM.
De igual manera, en el estudio especifican que si previamente se trata el tumor y su microambiente con estos dos fármacos ayuda a frenar la producción de TGF-beta1:
•N-acetilcisteína: un fármaco para eliminar mucosidad en enfermedades respiratorias, entre otras aplicaciones.
•Raloxifeno: otro fármaco, usado para prevenir la osteoporosis y algunos tipos de cáncer de mama.
Los dos fármacos tienen efecto sobre otra proteína, la endoglina. Esta se encarga de regular el comportamiento de las células que favorecen el tejido del tumor, los fibroblastos. El resultado es una menor resistencia hacia la terapia fotodinámica.
Elisa Carrasco, junto con el equipo de investigadores, destaca una serie de estrategias que utiliza el tumor para sobrevivir. El entorno del tumor puede inducir en las células cancerosas un estado de reposo, o quiescencia, induciendo a las células a dejar de dividirse temporalmente. Esto genera mayor resistencia al tratamiento, que puede contrarrestarse gracias a los fármacos N-acetilcisteína o raloxifeno; se revierte la hibernación de las células, reactiva la sensibilidad del tumor y reduce los niveles de TGF-beta1.
Este descubrimiento demuestra la importancia de los ajustes necesarios en las terapias, dependiendo de las particularidades biológicas de cada tumor. Para aumentar su efectividad hay que contribuir con un enfoque más personalizado, como es el caso de esta nueva estrategia para tratar el carcinoma escamoso cutáneo.