El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) presenta un conjunto de proyectos dedicados a detectar los tumores de manera precoz o evitar su formación. Algunos de estos proyectos son la creación de un dispositivo que realiza mamografías más eficaces, biomarcadores nuevos o el ensayo de nanomedicinas que atacan la enfermedad.

Así, el equipo de la científica Pilar Navarro, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (IIBB-CSIC), que se dedica al cáncer de páncreas, ha probado que la proteína Galecina-1 puede ser un buen biomarcador, es decir, una sustancia que indica el estado biológico del cáncer, en este caso.

De este modo, se ha descubierto que este tipo de proteína está presente en pacientes enfermos de cáncer de páncreas y que, cuanto mayor es el nivel de Galecina-1 en sangre, menores son las posibilidades de sobrevivir.

Así, la detección de esta proteína en sangre puede diagnosticar la enfermedad y predecir su gravedad. A esto se le añade la ventaja de que la prueba de laboratorio necesaria para su detección, conocida como ‘test Elisa’, resulta poco costosa frente a otras técnicas actuales de imagen como resonancias magnéticas, TAC o ecografías endoscópicas.

Sin embargo, esta proteína también aumenta su nivel en base a otras inflamaciones procedentes de la pancreatitis, por ejemplo, lo que puede desencadenar falsos positivos que limitan su especificidad.

Por otro lado, el equipo del físico Javier Tamayo, procedente del Instituto de Micro y Nanotecnología (IMN-CSIC) de Madrid, pretende desarrollar nuevos métodos para detectar células cancerígenas en función de sus características físicas.

Así, cuando las células se convierten en tumorales, experimentan un cambio radical en sus propiedades mecánicas, lo que abre muchas posibilidades para detectarlas en base a estas propiedades.

Para ello, Tamayo y su equipo han creado nanodispositivos optomecánicos que permiten identificar de manera ultrasensible las proteínas en la sangre, lo que facilita la identificación de biomarcadores tumorales en la sangre de hasta menos de un milímetro, lo que los convierte en altamente curables.

A su vez, el equipo de la científica del CSIC Laura M. Lechuga, del Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2-CSIC-Gencat) ha podido demostrar la eficacia de la tecnología nanofotónica, que utiliza la luz a nivel nanométrico para detectar el cáncer.

Gracias a ella se pueden analizar biomarcadores en una etapa muy temprana de su desarrollo en diferentes tipos de cáncer, todo ello con una muestra de fluidos corporales mínima.

Del mismo modo, la científica también colabora en el proyecto Legochip, dirigido por el investigador César Moreno, del ICN2. Se trata de una nueva plataforma biosensora basada en grafeno y dispositivos nanofotónicos que permiten diagnosticar el melanoma de forma temprana, además de monitorizar de manera continuada a los individuos propensos a padecerlo.

Por otro lado, el equipo de investigadores de Antonio J. González y Filomeno Sánches, del Instituto de Instrumentación para la Imagen Molecular (I3M-CSIC-UPV), centro mixto del CSIC y la Universidad Politécnica de Valencia, están centrados en descubrir la manera de detectar de forma precoz el cáncer de mama.

Para ello, están trabajando en un dispositivo de tomografía por emisión de positrones (PET), que recibe el nombre de DeepBreast, para mejorar la calidad de la imagen, así como el tiempo de escaneo de la tecnología empleada para su detección.

Por su parte, los orígenes de la leucemia infantil son el objeto de estudio del equipo del investigador Isidro Sánchez-García, del Centro de Investigación del Cáncer (CIC-CSIC-USAL), mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca.

Así, el equipo ha descubierto que, cuando el niño presenta una predisposición genética de padecerlo, aparece a causa de una respuesta inmunitaria anómala a las infecciones comunes. Más concretamente, el equipo ha probado que un microbioma intestinal apropiado puede proteger al individuo de ese mecanismo que genera el cáncer.

Por otro lado, el equipo de la investigadora Victoria Moreno-Arribas, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL-CSIC-UAM), centro mixto del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid, pretende reestablecer el equilibrio de la microbioma intestinal y oral de los pacientes con cáncer.

En concreto, se centra en mejorar la calidad de vida y el pronóstico del cáncer de mama y de pulmón. Para ello, están diseñando fórmulas nutricionales específicas para cada individuo al que realizan un seguimiento a lo largo de todo el proceso.

Finalmente, el grupo de la investigadora Elena Cartea, de la Misión Biológica de Galicia, persigue prevenir el cáncer a través de la alimentación. Existen algunos compuestos procedentes de cultivos de brásicas, como los isoticocianatos, que pueden resultar útiles en la prevención y tratamiento de cánceres de próstata y de mama.

Además, la combinación de estos compuestos con fármacos antitumorales podría resultar beneficioso a la hora de potenciar la eficacia de estos últimos y reducir su dosis, de manera que los pacientes puedan tolerarlos más.