Un equipo de investigadores del Instituto Francis Crick, en el Reino Unido, ha conseguido desarrollar el primer modelo en laboratorio del saco amniótico humano después de dos semanas de desarrollo embrionario. El hallazgo, publicado en la revista científica ‘Cell’, representa un hito en el estudio del desarrollo humano temprano y abre la puerta a nuevas aplicaciones clínicas y terapéuticas.

Hasta ahora, el estudio detallado del amnios, la membrana protectora que rodea al embrión y contiene el líquido amniótico, había sido limitado tanto por barreras técnicas como por restricciones éticas, que impiden investigar embriones humanos más allá del día 14 de desarrollo. Sin embargo, el nuevo modelo creado por el equipo británico, denominado "amnioide posgastrulacional" (PGA), permite reproducir con notable precisión las etapas del desarrollo del saco amniótico entre las semanas dos y cuatro de la gestación.

Este modelo tridimensional fue generado a partir de células madre embrionarias humanas cultivadas mediante solo dos señales químicas durante un periodo de 48 horas. A partir de ahí, las células se organizaron espontáneamente en capas internas y externas, formando estructuras similares al amnios humano. Hacia el día 10, más del 90 % de los PGA ya mostraban la formación de una estructura tipo saco, que continuó creciendo de forma autónoma durante 90 días.

El estudio reveló que un gen llamado GATA3cumple un papel esencial en este proceso, su ausencia provocó un crecimiento deficiente del tejido amniótico, mientras que su activación permitió generar estructuras similares al amnios sin necesidad de señales adicionales. Además, se descubrió que los tejidos amnióticos generados son capaces de influir en el desarrollo de células embrionarias vecinas, lo que sugiere que el amnios tiene funciones más allá de la protección física del embrión.

Desde una perspectiva médica, el avance es prometedor. La membrana amniótica, conocida por sus propiedades regenerativas, antiinflamatorias y antimicrobianas, ya se utiliza en tratamientos como la reconstrucción de la córnea, la reparación del útero o el tratamiento de quemaduras. Sin embargo, actualmente depende de donaciones tras cesáreas. La posibilidad de generar PGAs a partir de células del propio paciente podría ofrecer una fuente alternativa y personalizada para este tipo de intervenciones.

Los científicos del Crick ya están colaborando con su unidad de traducción médica para evaluar la aplicación clínica de estos modelos y continuar investigando cómo el saco amniótico se comunica con las células embrionarias en las primeras etapas del desarrollo humano.