Existen algunos pacientes que están más predispuestos a la toxicidad que otros, bien por su genética o porque no todo el mundo metaboliza del mismo modo los tratamientos, ni tampoco parte del mismo estado de salud.

En el caso de la quimioterapia, los efectos tóxicos se pueden diferenciar en dos grupos: a nivel de médula ósea (cansancio, anemia, fiebre por infecciones, más o menos sangrados por descenso de plaquetas); y a nivel gastrointestinal, de la piel, del pelo, al tiempo, que es frecuente la diarrea.

Algunas quimioterapias producen también toxicidad a nivel de los nervios periféricos, lo que da lugar a alteraciones en la sensibilidad; mientras que otras producen hipertensión o cierto riesgo cardíaco. En un 60-70% de los casos, son muy habituales las náuseas y los vómitos los primeros días.

Tras un ciclo de quimioterapia hay unos efectos secundarios que pueden aparecer el mismo día de tratamiento o el segundo día. Esto se llama ‘toxicidad aguda’, donde pueden aparecer estas náuseas y vómitos, mientras que los efectos tóxicos subagudos, como la diarrea o la bajada de defensas, pueden surgir a la semana.

La radioterapia y las terapias dirigidas

Otro tratamiento oncológico es la radioterapia, con la que se irradian zonas concretas del cuerpo donde aparece por ello la toxicidad. Si, por ejemplo, se irradia sobre la tiroides, como efecto secundario puede aparecer el hipotiroidismo; al tiempo que si se hace sobre la boca se pueden desarrollar úlceras o incluso dificultad para tragar.

En las terapias dirigidas, en el caso de los tratamientos modernos, cada uno tiene su propio perfil de toxicidad y, por ejemplo, con la inmunoterapia pueden inflamarse órganos como los intestinos o el pulmón, mientras que en otras terapias dirigidas se pueden producir reacciones cutáneas, o hipertensión, entre otras.

Por qué se produce esta toxicidad

En el caso de la quimioterapia, esta tiene un efecto general tóxico, porque no solo mata las células tumorales, sino que también en muchas ocasiones a las propias células sanas. Sin embargo, la toxicidad vaía según la persona, su tolerancia, su genética y su estado de salud inicial.

Cómo se evalúa la toxicidad en cada tratamiento

Cada vez que una persona va al oncólogo y se le prescribe un tratamiento quimioterápico, se le ofrecen diversas opciones por si surgen estos síntomas no deseados. y entre ciclo y ciclo del tratamiento, habitualmente se evalúa la situación del paciente y cómo ha sobrellevado los efectos secundarios.

Hay tratamientos que pueden durar hasta varias semanas en Hematología y por ello se ingresa a los pacientes para poder evaluar los síntomas todos los días.

Si a pesar de los consejos del oncólogo, el paciente no mejora con sus efectos secundarios, siempre se puede llamar a los hospitales de día que se ofrecen en muchos centros sanitarios, así como a Urgencias si fuera necesario, ya que cuanto antes se ataje el problema más fácil será de resolver.

Así mismo, no siempre es fácil para los pacientes mantener el estilo de vida saludable que seguían antes de los tratamientos. Pero en la medida de lo posible se aconseja no fumar ni beber y realizar una dieta saludable dentro de las posibilidades de cada uno y actividad deportiva.