Un fármaco fotosensible es sensible a la luz y, por tanto, debe protegerse de ella para evitar su deterioro, ya que se pueden ver alteradas sus propiedades físico-químicas y farmacológicas.
Los medicamentos fotosensibles pueden sufrir cambios en su aspecto, disminución de su actividad farmacológica o provocar reacciones adversas. Por ello, este tipo de fármacos se almacenan en envases opaco.
Se clasifican entre los que pueden producir fotosensibilidad, llamados fotosensibilizantes, o aquellos que combinados con radiaciones ultravioletas provocan una reacción cutánea.
En este sentido, y aunque son muchos los fármacos fotosensibilizantes, por su frecuencia de uso destacan:
- Antidepresivos: Fluoxetina y paroxetina.
- Antiinflamatorios no esteroideos: Ibuprofeno.
- Antihistamínicos: Ebastina, loratadina, cetirizina y difenhidramina.
- Antiulcerosos: Omeprazol y ranitidina.
- Antihipertensivos: Enalapril, losartán y amlodipino.
- Benzodiazepinas.
- Retinoides: Isotretinoína y ácido retinoico.
- Anticonceptivos orales.
- Hipolipemiantes: Estatinas.
- Diuréticos: Furosemida.
A su vez, pueden provocar dos tipos de reacciones adversas:
-Fotóxicas: Las más frecuentes y que aparecen inmediatamente tras una exposición solar, con quemaduras exageradas, sensación de ardor, urticaria y ampollas.
-Fotoalérgicas: Más raras y se deben a medicamentos tópicos como consecuencia de una reacción fotoquímica al absorberse la radiación solar. A las 12-72 horas aparece dermatitis de contacto, con erupción tipo eccema, hinchazón y picor, pudiendo extenderse más allá de la zona de piel expuesta al sol.
No obstante, a parte de estos medicamentos, algunos colorantes, perfumes o compuestos como retinol o ácido glicólico también pueden ser fotosintéticos.