Las vacunas y las inmunoterapias contra el cáncer hacen, en esencia, lo mismo: aumentar el sistema inmunológico de una persona, permitiéndole luchar mejor contra un patógeno, ya sea un microbio o cualquier otro. Ambas se centran en las células T CD8 +, un tipo de célula inmunológica que puede matar inmediatamente o comprometerse a recordar al 'intruso', lo que proporciona protección a largo plazo.

Ahora, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de California (UC) en San Diego, Estados Unidos, han descubierto, mediante experimentos con ratones, que los fármacos que activan el proteasoma de las células o el centro de reciclado ponen el equilibrio a favor de las células T CD8 + de memoria. Este enfoque podría utilizarse para mejorar la eficacia de las vacunas y las inmunoterapias y su duración, según detallan los autores en un artículo publicado en 'Journal of Clinical Investigation'.

Las células T CD8 +, un tipo de célula inmunológica que permite a la persona luchar mejor ante un patógeno y proporciona protección a largo plazo, se divide asimétricamente para dar lugar a dos tipos: unas células efectoras y otras de memoria, pero no se sabía hasta el momento cómo afectaban los lifocitos T CD8 + a su destino en esa división.

Para descubrirlo, los investigadores usaron ratones y modelos celulares para determinar si estos dos tipos diferentes de células T CD8 + (las efectoras y las de memoria) difieren en sus tasas de actividad del proteasoma, la máquina que degrada y recicla las proteínas dañadas, que es una parte esencial de la célula.

Con esto los científicos descubrieron que podían cambiar la función celular gracias a los activadores e inhibidores del proteasoma que existen en el mercado, como el Bortezomib, un fármaco anticanceroso usado para tratar el mieloma múltiple que inhibe la actividad del proteasoma. También el equipo descubrió la Ciclosporina, un medicamento inmunosupresor para los receptores de trasplante de órganos que, además, activa el proteasoma en las células T CD8 +.

Encontraron que en el tratamiento de dichas células con Ciclosporina tras la infección generó el doble de células de memoria de larga duración que los controles que se habían simulado.

Los científicos prevén que este enfoque podría un día utilizarse como un refuerzo inmunológico con una o dos dosis junto con una vacuna o inmunoterapia contra el cáncer para ayudar a que la intervención funcione mejor y dure más tiempo, por lo que se prevé que su investigación se pruebe en humanos.