Tras caminar por el Madrid de Almudena Grandes, la Barcelona de Carlos Ruiz Zafón, la Granada de Federico García Lorca, el Berlín de Paloma Sánchez-Garnica, el Tánger de María Dueñas, el Valle de Benasque de Luz Gabás y la Venecia de Eva García Sáenz de Urturi, cambiamos de continente y viajamos a la capital de Cuba, a La Habana.

Recorremos las calles de una de las ciudades con más historia del Caribe porque es aquí, pero en el siglo XIX, donde Carmen Mola (que son Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Fernández) ambienta su última novela, El infierno, un thriller histórico que hace un retrato de La Habana colonial durante sus años más espléndidos pero, también, los más duros de la esclavitud.

La guía puede verse completa en el video principal o visualizarse por partes a continuación.

La Plaza de Armas

Agustín, Antonio y Jorge nos reciben en el Gran Café 'El Louvre', en el Bulevar de San Rafael, muy cerca del Gran Teatro de La Habana 'Alicia Alonso' (bailarina cubana considerada una de los grandes mitos de la danza clásica) y del Capitolio (construido en 1929 e inspirado en el Panteón de París, en la Catedral de San Pablo de Londres y, sobre todo, en el Capitolio de Washington).

Es aquí donde nos cuentan que vamos a adentrarnos en una de las ciudades más alegres del mundo: "En La Habana es imposible sentarse en un sitio y no tener música de ambiente", apunta Díaz. Porque si hay algo que caracteriza a este lugar es su musicalidad.

Sentados en este café nos explican cuál es La Habana que vamos a ver: "Vamos a recorrer una Habana muy diferente de la que sale en la novela, de la del siglo XIX. Esa era una Habana esplendorosa, pasaba por ser el lugar de España (porque era una colonia española) en el que había que estar. Hoy en día todos sabemos que La Habana es una ciudad más decadente, pero yo creo que mantiene un sabor muy rico, muy bonito; tanto en las calles, en sus gente..." , explica Mercero.

"El infierno' cuenta una historia de amor al estilo Carmen Mola: con crímenes espeluznantes"

La primera parada de nuestra guía es la Plaza de Armas. Además de ser la plaza más antigua de la ciudad (y donde nació la Habana colonial en el siglo XVI) arranca el periplo cubano de los protagonistas de El Infierno, la nueva novela de Carmen Mola: "La primera escena que aparece en La Habana", cuenta Díaz, "es aquí, en una fiesta en el Palacio de los Gobernadores".

El infierno es la historia de Leonor y Mauro: "Leonor es una bailarina en el Madrid de 1866 y Mauro un médico revolucionario. Se conocen en el peor momento, que es en pleno levantamiento militar y las circunstancias les obligan a viajar a la Cuba de esa época, que es una Cuba en la que se vive el esclavismo, donde España tenía a esclavos trabajando en los ingenios", resume el lorquino Agustín Martínez.

En esta obra hay, por tanto, una historia de amor, pero que nadie se confunda porque, como ellos mismos aclaran, es una "historia de amor al estilo de Carmen Mola. No todo lo necesariamente feliz que uno se espera que sea una historia de amor, pero sobre todo hay crímenes espeluznantes".

Calle Obispo

La calle Obispo es hoy, como lo era en el siglo XIX, uno de los centros neurálgicos de la ciudad y, sobre todo, corazón de La Habana Vieja. Es el bulevar más largo de la ciudad, y está cargado de comercios y de cafés. Esta y las calles aledañas son las que Leonor recorre durante su estancia en La Habana.

Estas vías son emblema de La Habana espléndida. "La idea que teníamos nosotros de la Cuba colonial es como que era el paraíso. Como que era mucho mejor que la España peninsular", dice Díaz,

"Muchos de los esclavos eran españoles que venían a Cuba pensando que iban a encontrar la oportunidad de sus vidas"

Pero esa era solo una cara de la moneda. La otra era mucho más oscura, porque durante el siglo XIX la isla vivió los peores años de la esclavitud. Muchos de esos esclavos eran, de hecho, españoles que venían a Cuba pensando que iban a encontrar la oportunidad de sus vidas y, sin embargo, se convertían en siervos de sus compatriotas ricos.

Para Mola era importante reflejar esto en El infierno: "Aunque hubo asturianos, sobre todo hubo gallegos que viajaban a Cuba en busca de un futuro y se encontraban en un régimen de esclavitud pura y dura. Eso lo contamos en la novela, es un hecho real que hemos ficciondo".

La Bodeguita del Medio

Para este día en La Habana, los Carmen Mola se han puesto la guayabera (una mezcla entre camisa y chaqueta masculina, normalmente de manga larga y confeccionada en algodón o en lino), que es la prenda oficial del país, usada por líderes mundiales para ceremonias o actos oficiales. Con ella, dicen los cubanos, son más soportables las altas temperaturas de la isla y, sobre todo, la sensación de humedad. "Cualquiera que venga a Cuba tiene que saber que hay que refrigerarse, y que hay que tomar un mojito", aconseja Agustín Martínez.

"Mi daiquiri en el Floridita y mi mojito en La Bodeguita"

Y eso es lo que hacemos, precisamente, en La Bodeguita del Medio, uno de los restaurantes habaneros más famosos y emblemáticos gracias a que era frecuentado por el escritor Ernest Hemingway (que vivió en Cuba durante más de 20 años). El premio Nobel llegó a decir: "Mi daiquiri en el Floridita y mi mojito en La Bodeguita". Hoy en día, este lugar es parada imprescindible para quien visita la isla y donde el turista podrá sentir la esencia del carácter cubano a través del ron y de la música.

Hotel Nacional

Al igual que La Bodeguita del Medio, el Hotel Nacional tampoco sale en las guías oficiales, pero, sin embargo, es uno de los lugares imprescindibles de la ciudad. Construido a principios del siglo XX, es Patrimonio Nacional gracias, en parte, a su ubicación privilegiada frente al famoso Malecón.

Aquí ocurrió una escena mítica en la historia de la mafia norteamericana, recreada en El Padrino II

Fue en un punto de su jardín donde, además, ocurrió una escena mítica en la historia de la mafia norteamericana, recreada en El Padrino II, tal y como explica Mercero: "Sobre esta estrella los mafiosos estadounidenses hicieron el reparto de los negocios en Cuba. La película no se grabó aquí, porque no les dieron permiso para rodar, pero ese momento quedó reflejado en la escena de la tarta".

Plaza de la Catedral

Construida en barroco cubano, dijo el escritor Alejo Carpentier que la catedral de La Habana es música convertida en piedra. Está situada en una de las plazas principales de la ciudad y, dentro de ella, se celebra, en El infierno, el entierro de uno de los personajes: "Quien haya leído a Carmen Mola sabe que, de vez en cuando, los personajes se nos mueren", bromea Martínez.

"No nos parece tan escribir a seis manos porque somos guionistas, y en el mundo del guion todo se hace en equipo"

Esta es la sexta novela de Carmen Mola (ganadores del Premio Planeta en 2021) escrita a seis manos. Preguntados infinidad de veces sobre cómo es el proceso de escritura, Antonio Molero que "no les parece tan difícil porque son guionistas, y en el mundo del guion todo se hace así: en equipo". "Nosotros aplicamos esas herramientas a la novela. Lo más importante es saber respetarse y dejar el ego fuera. No querer tener razón siempre", explica.

Mirador del Cristo de La Habana

Con un enorme Cristo de piedra presidiendo la explanada, llegamos a un mirador que ofrece una de las panorámicas de la ciudad más espectaculares. Desde aquí se contempla el skyline de La Habana, con el Capitolio, el Malecón y, también, el puerto. Lugar al que llegan los protagonistas de El infierno y los esclavos: desde ahí cogían un tren y los llevaban directamente a los ingenios. "Aquí empieza el infierno. En esta estampa tan preciosa, debajo se esconde el infierno".

Esta es la última parada de nuestra guía y es aquí desde donde Carmen Mola hace un llamamiento para visitar la ciudad: "Es una ciudad preciosa. Una ciudad que recuerda muchas veces a las ciudades del sur de España. Estas continuamente andando por las calles y pensando que eso se parece a Cádiz, a Sevilla... Esa hermandad entre los pueblos cubanos y español, y que ha estado siempre", describe Díaz.

"En el siglo XXI hemos encontrado nuevas formas de esclavitud"

Una ciudad que, sin embargo, convive con los vestigios de ese contraste que existían en el siglo XIX: el de la riqueza de los colonos y el de la esclavitud. Una doble cara que los Mola quieren que también tenga presente el lector: "Queremos trasmitir que la esclavitud parece algo muy lejano pero que en realidad no lo es. La esclavitud se ha transformado, no es como era antes, tan descarada, pero hemos encontrado nuevas formas: desde los talleres en Oriente, cómo explotamos a los migrantes que vienen de África... Hay diferentes formas de esclavitud con las que seguimos extorsionando al ser humano, aprovechándonos de los más débiles para sacarles todo... Es lo que pasaba en el siglo XIX", concluyen.