Fernando León de Aranoa
Editorial: Seix Barral
Año de publicación original: 2025
Leonera empieza con un epílogo. Porque a veces es necesario empezar por el final. En ese revelador texto Fernando León de Aranoa explica que él, como cineasta, es un corredor de fondo que dosifica su creatividad a lo largo de los tres años que dura un proyecto cinematográfico.
Pero a veces también necesita "inventar al esprint", escribir cuentos cortos, "concisos como las declaraciones de amor de los tímidos". Repletos de imágenes significativas, de metáforas tan luminosas como sorprendentes, que caminan por el cortante filo que separa realidad y ficción.
Pero que nadie se imagine un libro canónico en el que una trama coherente nace, crece, se reproduce y muere
Fernando León de Aranoa ha tratado de ordenar su leonera, ha intentado poner un poco de coherencia en todos esos textos que nacieron lejos de la razón y que ahora, al ponerlos negro sobre blanco y editarlos con Seix Barral, se han vuelto un poco más cuerdos, un poco más serios, menos locos.
Pero que nadie se imagine un libro canónico en el que una trama coherente nace, crece, se reproduce y muere. Jamás. El director de historias tan personales como 'Familia' no le tiene miedo a la página en blanco, "lo que me aterra es la página pautada", explica. Incapaz de seguir el camino de baldosas amarillas, su literatura se bebe a chupitos. Algunos son dulces y otros peleones, pero todos dejan resaca.
Leones de la leonera
Pongamos algunos ejemplos. En uno de los ¿cuentos? titulado La sucursal, De Aranoa explica en once líneas cómo la persona amada ha abierto una sucursal en su propio cuerpo, de tal manera que ahora siente lo que ella siente, vive lo que ella vive y detesta un poco lo que ella detesta. Es una sencilla y preciosa manera de describir el amor, con una imagen simple, la de una pequeña franquicia abierta en un corazón.
"El amor nunca es propio, la vergüenza nunca es ajena" es todo el texto que recoge el ¿relato? llamado Precisión. Una frase, nada más, para obligarte a cerrar el libro y hacerte pensar. Porque a veces seguimos a las frases hechas como si fueran guías de un paisaje sin transitar, cuando no hacen otra cosa que caminar por lugares más que conocidos.
León De Aranoa es un tipo que encuentra siempre otro lugar en el que poner la cámara para enseñarnos otro plano de la realidad
Pasado imperfecto, por poner otro ejemplo, reflexiona sobre las frases que dicen los niños en sus juegos. "Yo era un papá y venía a casa"... Esa manera de hablar en pretérito de sus presentes juegos, "como si anhelaran un pasado del que aún carecen". Un ¿texto? basado simplemente en la profunda observación de la realidad.
Porque ahí radica la clave de este libro. En sus páginas no hay más que la vida pasada por el prisma de unos ojos y un cerebro que no ven las cosas como todos los demás. Fernando León de Aranoa es un tipo que encuentra siempre otra perspectiva, otro lugar en el que poner la cámara para enseñarnos un plano de la realidad que no habíamos sido capaces de ver.
Lo que no sabes de ti mismo
Leonera es, por tanto, un entretenimiento. Un libro poderoso y sencillo, divertido y poético, en el que te puedes lanzar de cabeza y recorrerlo de la primera a la última página o en el que, por el contrario, puedes mojarte los pies en la esquina que decidas, solo por el gusto de probar cómo está el agua por ahí. O incluso en el que puedes sumergirte, en plan buzo cazatesoros, confiado en encontrar un cofre repleto de ideas de oro y metáforas preciosas.
Puede que, de tan cortos que son los golpes, de tan rápido que te alcanzan, necesites parar en algún momento. Hazlo. Resguardarte. Esquiva el fuego amigo. Hazlo, siéntete libre de aparcar el libro, ponerte una buena peli e intentar olvidar lo que De Aranoa quiere que mires. Puedes incluso cerrar los ojos, abrazar a tu almohada y rezar para que tu subconsciente no haya utilizado Leonera como inspiración para el guion de esta noche. Suerte con eso.
Leonera es un entretenimiento, un libro poderoso y sencillo, divertido y poético, en el que te puedes lanzar de cabeza
Porque lo más normal es que esas ideas, esas imágenes, esas metáforas insólitas, se hayan lanzado por tu cuerpo desde tu cabeza como las canicas de un niño con tdah. Y ahora estén rebotando vete a saber donde, una oculta bajo el corazón, germinando un amor; otra escondida tras la espina dorsal, haciendo brotar un odio incomprensible. Una tercera amagada en un tobillo, obligándote a cambiar el paso al avanzar.
O incluso puede que todas esas canicas estén programadas para rebotar a la vez, para dotarle de un ritmo a tu cuerpo que no sabías que tenía. Y así, a la mañana siguiente, camines en dirección a tu trabajo como quien baila, como quien vive la vida de otro, porque se ha dado cuenta de pequeños aspectos de su propia historia en los que no había caído jamás.
Así que lee a Fernando León de Aranoa. Y después, cuando veas lo que no habías sido capaz de ver hasta ahora, baila.
Sigue el canal de Ahora Qué Leo en WhatsApp para estar al tanto de todas nuestras reseñas, reportajes y entrevistas.