Todo empezó con la campaña del malagueño Pablo Ráez para hacer un llamamiento a la donación de médula. La periodista Soraya Romero Hernández decide hacerse donante y recibe un código para una aplicación que muestra nuestras coincidencias genéticas repartidas por el mundo.

En ese momento siente la necesidad de indagar en sus antepasados, y descubre que en las raíces de su árbol genealógico hay un vacío. En sus conversaciones con las generaciones mayores indaga en el origen de su bisabuela Gerónima y uno de sus descendientes le da la clave, le confiesa que era una niña inclusera. Su historia la ha novelado en Las semillas del silencio .

La Inclusa de Madrid y los 'hijos del vicio'

La autora comienza a indagar en esta institución religiosa que estuvo activa durante cuatro siglos, hasta 1983, buscando la identidad de su bisabuela Gerónima. En la misma céntrica plaza madrileña Arturo Barea donde se ubicaba nos señala la entrada a la maternidad donde había un torno para depositar a los bebés. En la fachada se podía leer: "Abandonado de mis padres la caridad me recoge".

Se calcula que más de 650.000 bebés fueron abandonados allí. La Inclusa, además, estaba conectada con la llamada Casa de la Maternidad a través de un pasillo subterráneo para que no hubiera que salir al exterior. Es una muestra del hostigamiento al que eran sometidas muchas mujeres que o bien por falta de recursos económicos o bien por haber sufrido un embarazo ilegítimo acudían allí a parir a los denominados 'hijos del vicio'.

"Muchas mujeres se arrepentían y querían quedarse con las criaturas, pero les decían que no"

"Muchas mujeres se arrepentían y querían quedarse con las criaturas, y se les decía que no", explica Soraya Romero Hernández. "Su penitencia al pecado mayor que habían cometido era arrancarles a estos niños de sus brazos a pesar de saber que el nivel de mortalidad era enorme, que no había amas de cría para alimentar a todos".

En la Inclusa encontramos el germen del tráfico de menores que derivó en el franquismo en una compleja trama de bebés robados . En su creación los niños y niñas eran entregados en adopción y a la familia se le daba una pequeña asignación. Muchos de esos niños eran explotados como mano de obra para las labores del campo. "Desgraciadamente, hay una conexión entre esos niños y los niños robados. A partir del franquismo el paradigma cambia y las familias pasan de recibir dinero a pagar para que les consigan niños", explica la autora.

Los secretos del origen de su bisabuela

Las semillas del silencio nos sitúa a finales del siglo XIX, cuando nace la bisabuela de la escritora en aquel edificio concebido casi como una cárcel. "Ahora puedo entender mejor por qué siempre he tenido tanto cariño a este barrio. Quiero pensar que esa energía me ha estado llamando", comenta conmovida. "Me emociona muchísimo saber que hemos estado tan cerca a pesar de estar en el tiempo tan lejos".

La investigación no fue fácil. En el libro de la Inclusa se registraba solo el nombre de los bebés, así que, cuando Soraya Romero Hernández acudió en 2021 al registro de la Comunidad de Madrid, se encontró con numerosa documentación de registro sin ninguna clave que la llevase a su bisabuela Gerónima. Pero en uno de los tomos con su nombre encontró una nota al pie que resultó ser la pesquisa que buscaba. "Esa nota residual decía que había contraído matrimonio con Manuel Hernández Barroso, que era mi bisabuelo".

"De alguna manera se ha reparado ese dolor con el que ella se fue"

La autora logra además dar con la progenitora de su abuela y resolver así las dudas con las que murió. "Ya tenemos el nombre de su madre, sabemos de dónde viene, sabemos por qué la abandonó. Así que para mí ha sido una satisfacción tremenda el saber que de alguna manera se ha reparado ese dolor con el que ella se fue", cuenta emocionada.

Rescatando la memoria familiar

Las semillas del silencio', su primera novela, es un libro homenaje a su bisabuela. El título hace alusión a esas semillas que forman las raíces de los linajes y a cómo muchas mujeres tuvieron que renegar de su descendencia por la moral conservadora de la época y se vieron condenadas al silencio. "Tú eres una semilla fértil que, en su crecimiento, se ha encontrado con un zarzal", explica una de las monjas a la protagonista de la novela para que entienda que no puede ser madre de la criatura que espera.

La ficción nos hace partícipes del sufrimiento de esas mujeres a través de diferentes personajes que van vehiculizando los capítulos. "Elegir es renunciar. Esos niños van a irse con una buena familia y Pelagia podrá recuperar su dignidad, al menos de puertas para fuera", recoge una historia de mujeres que no son dueñas de su deseo, ni de su maternidad, ni de su vida.

"He llorado leyendo la documentación que tenía en las manos"

"La cuestión de la maternidad, del acceso a ella, del privilegio de poder quedarte o no con tu hijo dependiendo de tus circunstancias económicas y sobre todo sociales. Me pone los pelos de punta, he empatizado mucho con ese dolor y con esa pérdida. He llorado, a veces, leyendo la documentación que tenía en las manos", reconoce Soraya Romero Hernández.

Su novela ha tendido puentes y rellenado vacíos sobre sus antepasados. Ha regalado a su bisabuela esa identidad que no pudo averiguar en vida y ha procurado a la autora unas nuevas relaciones familiares con esa tatarabuela que Gerónima nunca llegó a conocer. La historia al detalle de las gentes sin historia.