Se nota que está más herida porque la rabia le rebosa. "No me arrepiento de nada de lo que hice", asegura Fernández de Kirchner. Pero ni su carisma puede con este resultado unánime.

Hasta ella ha votado a favor en el Senado de los registros en sus tres casas, con el único requisito que no entren cámaras y no rompan nada, dice con sorna. La Justicia quiere comprobar si lo que se dicen en estos cuadernos infantiles es cierto.

Un chófer de un antiguo alto cargo de un ministerio anotó una por una las bolsas de dinero que salían del ministerio de Obras Públicas a los domicilios de los Kirchner y a una extensa trama corrupta de empresarios y funcionarios que presuntamente encabezó primero Néstor y después su viuda.

Por el peso de las bolsas se calcula que desviaron 175 millones de euros de todos los argentinos, esos que ahora se manifiestan para pedir cuentas. Ellos son los que han vivido sin médicos suficientes, sin camas en los hospitales y hasta sin alcantarillado en muchas zonas de esta Argentina aparentemente pobre y en realidad, dicen, expoliada.