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BLOCKCHAIN Y CRIPTOMONEDAS

El internet ideal del futuro que te prometieron está (de momento) lleno de agujeros

Puede ser, como algunos están vendiendo, la mayor revolución digital desde la aparición de la red. Pero, de momento, el internet ultraseguro y privado que nos vende el 'blockchain' también hace aguas.

Un usuario con el ordenador

Un usuario con el ordenador madfishdigital en Flickr bajo licencia CC

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En la última semana se ha estado hablando mucho de privacidad y venta de datos, a través de aplicaciones de terceros, desde Facebook hacia los intereses de la campaña electoral de Trump. “¡Esto ya es el colmo!”, decían muchos.

A no ser que aún no nos hayamos caído del guindo, no debería sorprenderos que los usuarios de redes sociales también seamos productos y deberíamos saber que la segmentación de estas plataformas es tan precisa que, ni amparándonos en el nuevo reglamento de protección de datos europeo, tenemos escapatoria. Algo así podrían decir tus padres: no te fíes de nada que crees que te sale totalmente gratis.

Después de estos momentos bajos de una de las plataformas que más centraliza nuestra vida virtual nos podemos pensar en cuatro cosas: cómo mejorar la seguridad, ver si hay alternativas seguras, cómo intentar escapar y, para los más idealistas, pensar en un futuro con un internet más descentralizado y menos dependientes de estas grandes corporaciones. ¡Viva el mal, viva el capital!

En todo este jaleo, se está hablando mucho de 'blockchain'. Si reducimos al mínimo la definición, aplicándola sólo flujo de información y transacciones económicas, podemos definirlo como una cadena de bloques en la que toda la información se almacena en todos los participantes de ella, amparados todos ellos por una especie de libro común inmutable. Sí, en plan Torrent, quién iba a decir que algo que nació ilegalmente podría ser el futuro.

Las promesas son de empoderamiento del usuario, al eliminar intermediarios, ser más transparentes y que no sea un punto central (un banco o una plataforma social) los únicos que controlen el cotarro el la transferencia de información o dinero. Hasta aquí todo es tan de colores que Amélie estaría encantada con un futuro así.

Muchas cosas pendientes

Lo malo es que resulta que muchos gigantes tecnológicos han visto las orejas al lobo y se van a meter de lleno en esto, por lo que las promesas de mayor privacidad pueden darse al traste si el sistema se tunea para que una de las partes tenga más importancia o más privilegios que las otras, ya sea para guardar información o hacer modificaciones, etc. Sí, es como si pareciera que vas ganando y, a la mitad del partido, te cambian las reglas, pero así nos la pueden colar (otra vez).

Y luego está el tema de la seguridad. Desde que en verano de 2017 un usuario robó 50 millones de dólares a Ethereum, uno de los competidores de Bitcoin, aprovechando un error en un contrato “inteligente”, la fiabilidad del sistema 'blockchain' está en entredicho. ¿Por qué se supone que habría que fiarse que el que escribe los contratos con los que se rige todo el sistema?

Otros ejemplos. Recientemente, un adolescente hackeó una billetera ultrasegura en la que guardar estas criptomonedas.

Por otra parte, un estudio alemán afirma que este sistema puede ayudar a que ganemos privacidad, pero también a esconder delitos de derechos de autor o peores aún, como almacenar pornografía infantil, según recoge la BBC. Y en este sistema todo se almacena en todos los puntos, por lo que todos los usuarios podrían estar cometiendo el delito.

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