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MEDIR EL MUNDO PASO A PASO

Los bematistas, midiendo distancias 'a ojo' con asombrosa exactitud

Mucho antes de Google Maps, de los GPSs y de la Guía Michelín, un grupo de macedonios se decidieron a medir el mundo. Y, aunque no tenían tecnología para ello, fueron capaces de medirlo con una increíble precisión.

Los bematistas, midiendo distancias 'a ojo' con asombrosa exactitud

Los bematistas, midiendo distancias 'a ojo' con asombrosa exactitudAgencias

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Entre Hecatompilo y el norte de las Puertas Caspias hay 360 kilómetros, pero nadie lo sabía. De hecho, nadie lo supo durante mucho tiempo, pese a que aquellas eran las líneas de contención que sostenían por el norte el imperio de los Aqueménidas.

Nosotros, en cambio, sí lo sabemos. Y no por Google Maps, ni por complejas medidas satelitales: lo sabemos por los bematistas, los hombres a los que Alejandro Magno encargó medir el mundo.

A menudo estos detalles pasan desapercibidos, pero el imperio de Alejandro era algo realmente nuevo y sin precedentes. De repente, el mundo conocido se hizo un poco más pequeño. De repente, la Alejandrías llenaron Asia, África y Europa. De repente, todo giraba en torno a un puñado de macedonios y su habilidad militar.

También la logística: las rutas de abastecimiento, la capacidad de mover unidades e incluso la administración de las nuevas tierras conquistadas dependían críticamente de conocer las tierras, los pueblos y las costumbres de los que allí vivían.

Aunque quizá pueda sonar crudo, la dialéctica entre conquistas e independencias siempre ha tenido como consecuencia (y como motor) el conocimiento 'científico' del mundo. Sabemos a ciencia cierta (nunca mejor dicho) que la independencia de América no se entiende bien sin los meses en los que un jovencísimo Simón de Bolívar aprendió de Humboldt, una de las personas que más sabía sobre la geografía, la naturaleza y la sociedad americanas. Sin aquella escalada al monte Vesubio, Bolívar hubiera tenido mucho más difícil alumbrar la idea de la América política.

De la misma forma, y como sostenía Benedict Anderson, el mundo helenístico tomó forma en la mente de tantas personas porque se recogió en un mapa. Cuando leemos a Plinio o a Estrabón estamos leyendo sobre un mundo real porque no se basaban (del todo) en mitos y leyendas: se basaban en el trabajo de bematistas y corógrafos.

El problema es que nadie sabía cómo era ese mundo

Los bematistas ('bematistai') fueron individuos que (literalmente) "medían distancias con pasos"; suelen ser mencionados junto a los 'hemerodromoi' (corredores de un día de distancia), los 'dromokerykes' (corredores mensajeros) y los corógrafos (antiguos geógrafos). De hecho, hay numerosas menciones a los bematistas en la literatura griega, concretamente en la obra de los historiadores y los geógrafos clásicos que usaban sus trabajos como fuentes de información.

Así, Diógenes Laercio habla de Arquelao, el "corógrafo de las tierras conquistadas por Alejandro". Por lo que se intuye, Arquelao se encargó de medir las distancias y cartografiar gran parte de las nuevas tierras. Estrabón, aunque nunca escribió la palabra 'bematista', usa sus trabajos abundantemente (y se pueden encontrar numerosas pistas en sus textos). La distancia entre Hecatompilo y las Puertas Caspias que recoge el viejo geógrafo griego sólo varía un 0,2% de la distancia real.

Algo prodigioso, dada la época...sobre todo si tenemos en cuenta que los bematistas medían usando sus pasos. Durante años se ha discutido mucho si eso era siquiera posible, si se podía alcanzar la precisión que consiguieron estos macedonios sin usar odómetros u otros instrumentos de medición. Pero todas las referencias escritas que hemos encontrados son clarísimas: los bematistas medían con pasos, sin más.

Lamentablemente, poco más podemos saber. Rastreando en los viejos textos griegos, Yannis Tzifopoulos, profesor de filología de la Universidad Aristóteles de Tesalónica, concluyó que se trataba de una unidad militar especial. Pero su obra, más allá de aparecer en los trabajos de los pocos historiadores que nos han llegado, se ha perdido. Sin embargo, es un ejemplo muy interesante de lo que fuimos capaces de hacer los seres humanos decenas de siglos antes de tener la tecnología que nos permitía hacerlo.

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