Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar, Premio Sájarov 2016 del Parlamento Europeo, han pedido apoyo internacional para llevar a Daesh ante el Tribunal Penal Internacional (TPI) por el genocidio al pueblo yazidí y para establecer una zona de protección para las minorías en Irak.

Murad y Aji Bashar, que han recogido el galardón ataviadas con el traje típico de su comunidad, son "heroínas", ha asegurado un "emocionado" Martin Schulz, presidente del PE, quien ha ofrecido a los yazidies el respaldo de la Eurocámara para que el genocidio de este pueblo, "uno de los más antiguos de la Humanidad", llegue ante el TPI, para que esos crímenes "no queden impunes".

Murad y Aji Bashar han pedido ayuda para liberar a las más de 3.500 mujeres y niños que se calcula que siguen cautivos de Daesh como esclavos sexuales en condiciones tan duras que, incluso, ha dicho Murad en un seminario previo, "muchas jóvenes se han suicidado por las atrocidades sufridas mientras estaban capturadas".

Las dos portavoces de la causa yazidí han apostado por el establecimiento de cuotas y han puesto como ejemplo la política seguida en este punto por Alemania, donde ambas residen.

También han solicitado ayuda psicológica para las mujeres yazidíes que escaparon de Daeshtras sufrir la llamada "yihad sexual" y viven en condiciones difíciles en campamentos de refugiados en Kurdistán. "Necesitamos a Europa para reconstruir nuestra tierra y volver", ha dicho Lamiya ante el plenario, en un discurso en el que recordó los horrores que vivió en los 20 meses en los que estuvo secuestrada, y en los que fue vendida hasta en cuatro ocasiones. Las cuatro veces intentó huir y fue "violada y torturada", incluso tuvo que fabricar chalecos bomba.

Su último "propietario" era un médico iraquí que abusó de ella y de sus amigas, algunas tenían tan solo "ocho y nueve años". Con ellas huyó, pero antes de llegar a un lugar seguro su amiga Katrin pisó una mina "sus gritos de dolor mientras fallecía es lo más terrible que haya escuchado en mi vida entera", ha dicho.

A ella la explosión le desfiguró la cara y perdió la vista, que recuperó tras ser tratada en Alemania: "He vuelto a ver para ser la voz de las víctimas", ha asegurado Aji Bashar, quien siente que el Premio Sájarov la dota de "una fuerza ingente para ser la voz de los que no tienen voz, de las víctimas del terrorismo y de los muertos".

"Han pasado más de dos años (desde que Daesh arrasó su pueblo) y hay más de 3.500 mujeres y niños que siguen cautivos, cada día mueren miles de personas, los restos de nuestros muertos están esparcidos sin sepultura, mi pueblo no tiene valor ni vivo ni muerto", ha lamentado Lamiya, quien ha revelado que su edad real es 18 años.

En el seminario previo a la ceremonia, Murad ha explicado qué sintió cuando vio vídeos con decapitaciones: "Ese día pensé que era el fin de la Humanidad", ha dicho, pero "nunca" perdió la esperanza. Schulz ha destacado la presencia en el plenario de familiares y amigos de las premiadas, entre ellos el hermano pequeño de Lamiya, quien se ha reencontrado con ella en Estrasburgo.