Una clase media triturada y exprimida. Es el resultado de unas asfixiantes medidas que han llevado a una diez millones de españoles a situarse bajo el umbral de la pobreza. Cerca de 1.700.000 españoles tienen a todos sus miembros en paro y se han cuatriplicado las familias que han perdido su casa.

Mientras, los que conservan su empleo ven como su salario con suerte se congela o no deja de bajar. Seis de cada diez cobran menos de 1.000 euros y la diferencia entre lo que cobra un jefe y un empleado ha crecido en 38 puntos. Nada parece que vaya a mejorar, lo que alimenta la desilusión, la desesperanza y la rabia. Son el eslabón más débil de la cadena y sus derechos adquiridos van desapareciendo. Sus impuestos, esos que no dejan de subir, pagan una educación y una sanidad cada vez más recortada.

La larga sombra de la crisis ha afectado por igual a mayores y jóvenes. Muchas personas que jamás pensaron que tendrían que recurrir a un banco de alimentos ven cada día como esta es la única manera de llenar la nevera. Avergonzados, su única obsesión es poder sacar adelante a su familia.

Haber machacado a la casa media hace que todo el sistema tiemble. Esta presión sobre la clase media erosiona directamente la democracia. "La clase media es la garantía de estabilidad, el colchón que hace que las diferencias entre la clase trabajadora y la alta se mitiguen y si esas diferencias desaparecen, los enfrentamientos se multiplican", aseguran los expertos.