37 millones de toneladas de plástico en cada uno de los cinco océanos. Lo han leído bien y cuesta imaginárselo. Son los datos aproximados que ha calculado el CSIC en su última investigación con la expedición Malaspina.

Estos plásticos flotan en el agua y pueden llegar a durar cientos de años, allí se van desintegrando por las radiaciones solares y el paso del tiempo. Pero eso no quiere decir que desaparezcan, al contrario.

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas alerta, estos microplásticos podrían estar pasando a la cadena alimenticia marina. Sobre todo los podrían ingerir las especies más pequeñas. Y ya saben, el pez grande se come al pequeño. Y nosotros nos comemos al grande.

Aparte de la ya conocida acumulación de basura del Pacífico sur, ahora también se añaden el Atlántico Norte, el Pacífico norte, el Atlántico Sur y el Océano Índico. Y todo movido por corrientes marinas.

Los residuos plásticos de bolsas, envases de bebidas o comidas, utensilios de cocina y juguetes acaban en las islas. Cada una puede llegar a tener 15.000 toneladas de basura. Y con la desintegración, otro problema. Las pequeñas partículas de plástico, con esta, sirven de transporte para microrganismos que pueden colonizar otros océanos.

La última conclusión del estudio es alarmante. Toda la cantidad de restos plásticos que se han descubierto en el mar, recordemos, más de 180 millones de toneladas, podrían ser solo el 1% del total. A día de hoy, nadie sabe con certeza donde están la gran mayoría de los residuos que producimos y no reciclamos.