Todo comenzó una mañana de enero, los españoles desayunamos con unos papeles manuscritos, llenos de cifras y nombres de altos cargos del PP. En ese momento comenzaba el escándalo: los conocimos como los papeles de Bárcenas.

El protagonista de la historia comenzaba a fabricar su gran mentira. Primero lo negó todo “no es mi letra”, aseguró el extesorero que todo se trataba de una burda manipulación.

Luego se supo la fortuna que amasaba en Suiza. El exsenador, el ex tesorero, el ex miembro del partido popular creó una coartada para justificar sus cuentas.Ante el juez habló de inversiones en sillas de diseño, en gafas deportivas o en arcillas milagrosas.

Frente a  la prensa se justificó diciendo que era emprendedor, que tenía negocios en la construcción, y como no, su pequeña carrera en el mundo del arte, pero esta última mentira cayó por culpa de esta mujer.

Todo fue un montaje, no hubo cuadros, no hubo venta, pero sí 500.000 euros que llegaron a la cuenta de Rosalía Iglesias. Las justificaciones de Bárcenas empezaban a tambalearse. Antes de sentarse ante Ruz, se sentó con el director de El Mundo. La conversación fue a mediados de junio, aunque se publicó una vez que Bárcenas ya estaba en la cárcel.