Este sábado en la cocina del hotel Alimara de Barcelona han preparado decenas de raciones de lasaña. Lo que ha sobrado no va a la basura. Los platos del chef se enfrían rápidamente para mantener todas sus propiedades. Se envasan al vacío y se congelan. Del resto se encarga la ONG Nutrición sin fronteras.

Mercé Vidal, gerente de la ONG nutrición sin fronteras cuenta el proceso: "Nosotros transportamos la comida y la mantenemos en condiciones óptimas de congelación y las repartimos a las asociaciones benefactoras".

Cada semana la ONG pasa a recoger entre 20 y 30 kilos de raciones congeladas. Cada una se pesa y se etiqueta correspondientemente.

Xavier LLaviá, jefe de cocina del hotel Alimara, afirma que "algo que está cocinado, que le pones el amor para hacerlo bien pues que acabe en la basura pues es una lástima y si encima en vez de tirarlo podemos ayudar a la gente que no necesita pues nos motiva aún más".

Se trata del proyecto "Barcelona comparte la comida" y ya cuenta con la colaboración de 12 hoteles, y varias empresas de cátering y de alimentación de la ciudad.

Durante el primer año de vida de este proyecto se han repartido 41.00 comidas equilibradas a asociaciones benéficas. Las raciones viajan en neveras asegurando la máxima calidad. Y cuando son recibidas por las asociaciones receptoras, ellas se encargan de repartirlos entre los beneficiarios agradecidos.

De las cocinas de algunos de los mejores restaurantes a la mesa de los  más necesitados. Porque en Barcelona se comparte la comida.