Bárcenas ha conseguido poner en jaque a Cospedal. Incluso en el Partido Popular reconocen que el extesorero es un brillante estratega. La partida comenzó con la filtración de los supuestos pagos en B. Originó un revuelo aún hoy de consecuencias imprevisibles.

Porque salieron los papeles y la defensa del PP fue la negación, con evidente nerviosismo. Rajoy, además de poner en marcha una auditoría interna, tuvo que dar un paso más: publicar su declaración de la renta y patrimonio. Y otro paso, una batería de medidas contra la corrupción en pleno Debate sobre el Estado de la Nación.

Pero para entonces, el Partido Popular tenía otro frente abierto. Alguien estaba sembrando dudas sobre el despido de Bárcenas. En Génova, la comunicación rozaba el desastre. Y el colmo: el PP anuncia querellas desde hace un mes que a día de hoy siguen sin presentarse. También en esto se les adelantó Bárcenas, al demandarles por despido improcedente.

La secretaria general del PP está cada vez más cuestionada internamente. Todos esperaban que cargara con el muerto y a Cospedal no le está saliendo bien. No son pocos los que piensan que Bárcenas puede llevarse por delante algo más que mucho dinero.