Cuando acabe 2015, el poder estará repartido como nunca hasta ahora. Entre otras cosas por el propio sistema electoral que siempre ha tendido a colorear España sólo de azul y rojo. Ahora, si el empate a cuatro se hace realidad, los escaños en muchas provincias ya no serán tan caros para nuevas fuerzas políticas.
Ignacio Urquizu, profesor de Sociología de la Universidad Complutense, explica que "en aquellos sitios en los que se reparten nuevos diputados, la tendencia siempre ha sido muy bipartidista. Ahora, puede suceder, que PP y PSOE salgan perjudicados si quedan terceros o cuartos".
Pizarra en mano el investigador Jorge Galindo ayuda a entenderlo. Por ejemplo, en una provincia como Cáceres, con cuatro escaños, en las generales de 2011, el PP obtuvo más del 50% de los votos, el PSOE el 36%, IU el 5% y UPyD el 3,5%. Estas dos últimas fuerzas quedaron lejos del corte mínimo para obtener un escaño.
En cambio, si se aplica allí el cuádruple empate, en torno al 20% que dan las encuestas a nivel nacional, el reparto dejaría de ser bipartidista. Un escenario en el que las provincias pequeñas serán fundamentales en las generales.
Galindo explica que "los partidos tradicionales se han trabajado mucho las provincias pequeñas y han sido capaces de mantener un nivel de voto muy alto". Sin embargo, y sin apenas trayectoria, Podemos ya ha obtenido grandes resultados en este tipo de circunscripciones".
El resultado de las autonómicas y municipales y sobre todo, dicen los expertos, los pactos que vengan después, dicen los expertos, terminarán de dibujar el nuevo mapa del poder en España.