El poder territorial de Podemos se ha visto debilitado con las elecciones del 26 de mayo.

Se ha quedado sin representación en Cantabria y Castilla-La Mancha. En las 12 CCAA ha bajado y ha perdido casi un millón de votos respecto al 28A en esos mismos territorios.

El único alcalde que revalida con seguridad al frente de un consistorio es José María González, 'Kichi', crítico con Iglesias.

Ha tenido que competir con quienes fueran sus aliados en Zaragoza y Madrid.

Una de las reacciones de Iglesias ha sido relevar a Pablo Echenique al frente de la secretaría de organización, que dirigirá Alberto Rodríguez.

En las generales del 28A también perdía músculo. Pasa a ser la cuarta fuerza por detrás de Ciudadanos, con 29 diputados menos: casi un millón y 400.000 votos por debajo de los resultados de 2016.

"Uno de los problemas fundamentales es la imagen que hemos dado de nuestra situación interna", decía el 28 de abril Iglesias.

La estrategia de Iglesias pasa por convertir a Podemos en un actor clave de la próxima legislatura con un Gobierno de coalición.

"Sólo hay un mecanismo para que el programa se lleve a cabo, es el Consejo de Ministros", apuntaba Iglesias en ARV.

Una meta cuestionada en público por la delegación andaluza o Ramón Espinar, que antes de las autonómicas renunciaba a sus cargos en el partido. "Me parece un error que se traslade de nuevo el debate sobre quién ocupará los ministerios y no un debate sobre las medidas", aseguraba en ARV.

Su marcha se añadía a la de Íñigo Errejón y Carolina Bescansa y les siguió Pablo Bustinduy. El exsecretario internacional de Podemos que primero renunciaba a ser cabeza de lista en las europeas y ahora ha dejado su puesto en la dirección.