En el primer día de desfiles en Nueva York, se vio a Reshma Querishi, cuyo rostro quedó totalmente desfigurado por el ácido. Lejos de esconderse, se enfrentó a los focos y cámaras que captan cada detalle en la pasarela y desfiló luciendo con naturalidad su realidad. "Creo que esta experiencia ha cambiado mi vida", apuntó orgullosa a los medios al término.

También ha aceptado el reto de la exposición mediática de sus imperfecciones Winnie Harlow, que sufre vitiligo en la piel, y que ya ha desfilado en el pasado para una decena de firmas, incluida la española Desigual, que la eligió hace unos meses precisamente por enfatizar las características que la hacen única y diferente.

Otra modelo fuera de lo habitual en la pasarela es Madeline Stuart, con síndrome de down, que desfila en Nueva York para FTL Moda ya por tercera vez pese a sus 19 años. La australiana se muestra pizpireta sobre la pasarela y acostumbra a saludar mientras luce la ropa, una imagen muy alejada del habitual rictus serio de las maniquíes convencionales.

De ser diferente también sabe en esta Semana de la Moda de Nueva York Rebekah Marine, que nació sin el antebrazo derecho, una carencia que ha convertido en virtud habida cuenta de sus logros y su gran número de seguidores en las redes sociales. Marine, con el sueño de ser modelo, estuvo cerca de renunciar por su físico, hasta que empezó a utilizar un brazo biónico y le dio una nueva oportunidad a su vida.

Más allá de los diseñadores, también los 60 modelos sobre la pasarela representaron a la comunidad LGTB, entre ellos Casey Legler, el primer transexual que desfiló en la colección de mujeres de Tom Ford.