El viernes, camino abajo me encontré en la estación de Atocha a un prelado de la Iglesia católica al que tengo especial respeto y consideración. Esa mañana había visto Al Rojo Vivo - ojo Ferreras que te miran desde el cielo- y tras los saludos protocolarios, directamente fue al grano. Quería saber si los analistas, además de las cosas que decimos, sabíamos algo más sobre si iba a haber Gobierno o no. Mi respuesta no pudo ser esperanzadora. Creo que no, -dije- , y, yendo a sus dominios, apelé al demonio como única explicación del encontronazo en las izquierdas. Eso es cosa del demonio, y de eso usted sabe más que yo, -le respondí -, devolviéndole la pelota a su terreno. El demonio de siempre está más o menos dominado,- me malicié, estos llevan más de dos mil años de lidia -. Pero me paró en seco: si es el demonio, es el demonio político y, de ese, yo se menos que tú, -me recondujo su eminencia-.

Qué lección, esto no lo entiende ni la Iglesia. Una decepción, siempre creído en que, teniendo en cuenta la tradición vaticana y seminarista de la izquierda española, la solución vendría de la teología.

Baño de realidad, la teología no vale. Después de la entrevista a Pedro Sánchez, emboscadas de Ferreras incluidas, he llegado a la conclusión que solo el humor nos salva. Lo que queda es el mal sueño, el insomnio que le produce a Sánchez la posibilidad de una coalición con UP. Con Hacienda de por medio, como si con Rajoy y Montoro hubiéramos podido dormir a pierna suelta.

Qué me queda claro, que Pablo Iglesias se equivocó, que no aceptó la oferta de Sánchez porque no quería dejarlo sin dormir ni a él ni al 95% de la población española, sondeo de Tezanos inminente. También me queda claro que Sánchez ofreció un gobierno de coalición a UP aún a riesgo de no dormir una noche tras otra. Grandes gestos patrióticos de uno y otro que no se cómo agradecer, con los fabricantes de Aquilea frotándose las manos.

No me queda claro qué le produce más insomnio a Sánchez, si un gobierno de coalición o de cooperación, o de UP con técnicos, o sólo cediendo el CIS, la CMNV y la Defensoría del Pueblo. Tampoco si los que ya están gobernamos por coaliciones con UP en ayuntamientos y Comunidades autónomas, sufren de insomnio doble y si lo paga la sanidad pública.

En fin que me parece todo un pasillo de comedias , un teatrillo, una serie B, con guion barato y actores secundarios de batalla.

Aún así, hay quien quiso ver en la entrevista a Sánchez un episodio piloto de campaña en donde todo iba dirigido, firmeza contra UP incluida, a captar el voto socialdemócrata (sic) de Ciudadanos. Otra comicidad, encontrar socialdemócratas fuera de donde debiera haberlos y no parece que abunden. Habrán hecho bien los cálculos, no sea que lo que gane Sánchez por ahí, lo pierda de su natural apoyo.

Sánchez quiere que le votemos más y más claro. De los que votan ya veremos, de los que no votan, están contentos, entre otros, el presidente del Círculo de Empresarios, John de Zulueta, que el hombre no dormía tampoco de pensar que UP entraría en el Gobierno.