Como si del sorteo de la lotería se tratara, poquito a poco, con un cierto ritmo, hemos ido conociendo la composición del gobierno de coalición.

También las reacciones de la prensa, muy voluntariosa, y las de la oposición, aún nostálgica del tiempo convulso pasado. Siguen erre que erre, como si el árbitro no hubiese ya decretado el fin el partido.

Lo más llamativo para la grey periodística y la desconsolada oposición, ahora muy austera, es que haya cuatro vicepresidencias. Afortunadamente, más que paritaria que si no. Se quiere ver, en un afán por cultivar el chisme en vez de la noticia, una debilidad de la parte contratante a la izquierda del PSOE.

La legislatura será difícil, nos remarcan, pero también divertida, añado. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ya comparten sus primeras risas observando cómo, ya a la primera, el observatorio del chisme quiere ver severas discrepancias, ofensas y lesiones en la primera decisión. Sin embargo , Iglesias no verá mermada sus competencias por las que tienen sus compañeras de gineceo y, además, Sánchez no ha hecho sino lo que pregonó en su discurso de investidura: dar prioridad a determinadas políticas representadas , en este caso, en las vicepresidencias.

Por otra parte, parece fuera de toda duda que cuando la grey citada reclame nuestro interés, lo hará, a pesar del cuarteto, en la persona del vicepresidente Iglesias, al que sacarán a menudo, buscando desplantes, ocurrencias y grietas en el gobierno. No creo que, de repente, el periodismo se interese por las políticas, díganos, climáticas de Teresa Ribera. De hecho, nunca ha sido así. Ahí tenemos a varios ministros y ministras que discretos pero muy eficaces no han merecido la atención y han fenecido de aburrimiento mediático, o lo han gozado, ante el desinterés del periodismo político del chisme.

Eran de esperar la críticas, claro, es más, así debe ser pero se esperaba un cierto cambio de registro. Nada de eso, los voceros de la oposición, se han esforzado ya en marcar las señales de su nostálgica beligerancia. Cuestión de egos, han coincidido Cayetana Álvarez e Inés Arrimadas. A ellas se han unido el resto de espontáneos y dolientes de la oposición Frankenstein; haciendo presente a ETA, caso de Mayor Oreja, predicando catástrofes bíblicas, como José María Aznar, anunciando un nuevo juvenil socialismo, como Leguina o hasta dando cursos de resistencia al advenimiento de la izquierda, organizados por los obispos. Con ellos, los meritorios de los gobiernos periféricos se han unido a la sinfonía del dolor junto a periodistas y predicadores de todo pelaje.

Somalia, sin duda, sufrirá pronto de un mal del capitalismo desarrollado, ahora amenazado: la gentrificación por sobreocupación.

El gobierno lo va a tener difícil, la oposición va a ser dura, hasta gamberra, no van a haber ni días de cortesía . No solo habrá que capear los problemas y retos sin la colaboración ni lealtad de la oposición sino que, generosamente, el gobierno tendrá que encontrar tiempo para pastorear, por el bien de la convivencia y la democracia, a una derecha extrema y rupestre