Al Rojo Vivo se hacía eco de una información de Jesús Bastante, redactor de religiondigital.com, con datos procedentes del último barómetro del CIS. Según el barómetro, por primera vez los ateos, agnósticos o no creyentes, alcanzan el 29%, superando a aquellos que se declaran católicos practicantes.

Será, como dicen los obispos, que la sociedad se seculariza, será que se desacraliza, será que por fin empezamos a ser modernos. Sería una buena noticia si fuera así, lo sería menos si es que, en el fondo, los católicos practicantes de entonces en realidad han cambiado de religión.

Porque me da que, al final, el personal necesita creer en algo, pertenecer a algo. Los datos del CIS no reflejan necesariamente que nos hayamos vuelto racionales, sino que, tal vez, nuestra irracionalidad se ha depositado en otras fes. Si miramos a los practicantes de la red, o los seguidores de programas de televisión, radio, u opinadores en general, siempre en términos políticos, veremos que el vecindario está lleno de groupies, trolls, devotos, creyentes, eremitas, fans (viene de fanático) de unos u otros partidos, hasta tal punto que solo entienden de su propia fe o creencia. Tanto que anatemizan, acusan de herejía, o de levedad ideológica, a todos aquellos que no piensen igual, que no compartan su fe, tan acrítica como sectaria.

Nuevas creencias, parece mentira, solo importa el líder, como antaño los profetas, ayunos todos de espíritu autocrítico. Nada de tolerancia, menos de ecumenismo. La política se ha futbolizado, la red está infestada de barras bravas, hooligans, boixos nois, frentes atléticos, biris... además de otros síntomas de irracionalidad. En este mundo futbolizado, en el peor sentido, más vale jubilar a tanto politólogo agitador y pedir a voces que resucite, si es que acaso murió, Eduardo Galeano para que ponga algo de sentido.

Mientras eso dicen los sabios demoscópicos, más se pavonea la Iglesia, mantenida por la sociedad democrática, creyente o no, atrincherada en los Acuerdos con la Santa Sede, en sus privilegios fiscales, hipotecarios o políticos, incluidos los militares. Nadie les tose, menos el socialismo vaticano, vigente en muchas agrupaciones y cenáculos de su poder profundo, a golpe de campanilla de seminario.

En esa línea de la fe, perdiéndose, según el barómetro, Pedro Sánchez pide que los fieles de este país le ayuden a formar Gobierno, por fe. Solo anuncia la exhibición pública de su nuevo catecismo para finales de agosto, una vez reunido con la sociedad civil, la mercantil y la que no vemos. Ningún atisbo de secularización en el candidato más votado y presidente en funciones. Pide fe en su promesa de un paraíso progresista, donde los únicos progresistas son ellos. Deberá tener cuidado Sánchez, predica su buena nueva, urbi et orbi, en el mejor estilo vaticano; PSOE para todos, progresistas o no, de su partido o ajenos, pero fieles. Una cuestión de fe. Fe que la gente parece estar perdiendo. Además, no hay que fiarse, según el mismo CIS. Los de Vox, la ultraderecha cristera, son los que más se divorcian. Poco católicos son.

Ya lo dice el viejo aforismo vaticano: "Roma veduta fede perduta". Una vez que se conoce Roma se pierde la fe. Lo dicen los curas, que saben mucho de eso.