No hay crisis sin su congreso. Albert Rivera no podía ser menos y ha respondido a la suya con un sínodo de adeptos. Ha sido claro: al que no le guste, que se vaya y monte su partido. Muy plural. Y nada con el sanchismo, su manera irreverente de dirigirse al partido más votado. La democracia, según el renovador.

Esto pone de manifiesto una cosa, que Ciudadanos no está en la mayoría de progreso. Ya era obvio, la ciudadanía se inclinó en las últimas elecciones, tirándose a las urnas masivamente, por una mayoría de progreso. El partido de Albert Rivera ya se había pronunciado claramente por la derecha, por liderarla orillando al PP y situándose de manera indiferenciada, en ocasiones, junto a la extrema derecha.

Eso significa otra cosa, no hay camino alternativo, el gobierno preferido y lógico es uno de progreso. Hoy, eso sólo es posible con PSOE y Unidas Podemos. Y otra más, la moderación la representan ellos, junto con el PNV, un poner. Ninguno de los tres partidos de la derecha representan ni moderación ni progreso, -se vio el viernes con un Rivera agitado-, ni mucho menos, representan la voluntad de los ciudadanos expresadas hace poquísimo.

En estas estamos. Mientras, no sabemos de qué hablan Sánchez e Iglesias. Imagínense:

- "Hola, soy Pablo, quiero ser vicepresidente".

-"Hola, soy Pedro, me niego".

-"Y ahora que expandan el estiércol nuestros segundos".

No me lo creo, sería una tremenda irresponsabilidad, un aventurerismo infantil impropio, pero no infrecuente, en la izquierda. La hipótesis de una repetición de elecciones es tan estrafalaria como imprudente. No se puede jugar tanto con las ilusiones de un electorado progresista que quiere y, además, necesita nuevas políticas y nuevos políticos después de años de austeridad con el pueblo y, en cambio, exuberancia y generosidad con los intereses y hacienda de los poderosos, envenenadas con una corrupción aún sin extirpar. Y no sólo la económica, también la institucional.

Estos tiempos atrás se han constituido alianzas de progreso en casi toda Europa, Dinamarca, Finlandia, Suecia, antes, en Portugal. Mucha imaginación en Europa. ¿Qué nos pasa, entonces? ¿Es necesario que Pablo Iglesias sea vicepresidente, es imposible la presencia de miembros de Podemos en el Consejo de Ministros? ¿Por qué? Merecemos una explicación, se llama transparencia.

Cuentan que con ocasión de la disputa por las Islas Molucas entre los reyes de Portugal y España, Carlos V, no Carmena, encargó la solución del conflicto a un cortesano y cronista, miembro del Consejo de Indias: Pedro Mártir de Anglería. Don Pedro reunió a más de 50 sabios, entre astrólogos, geógrafos, cartógrafos y curas españoles, portugueses, italianos y otros. Al final, don Pedro, divertido, dijo que después de acalorados y sesudos debates y silogismear en abundancia, habían llegado a una conclusión: esto se arregla a cañonazos.

Afortunadamente no hubo lugar para la pólvora. Carlos V acabó cediendo las Molucas al rey de Portugal, no antes de recibir una adecuada compensación económica.

Si de verdad han oído al pueblo, que Pedro y Pablo silogismeen lo que quieran pero que lleguen a un acuerdo, sin cañonazos. Deberían parecerse a Carlos V y no a los Picapiedras.