La vitamina D cumple una función esencial en el metabolismo óseo y en la regulación del calcio. Sin embargo, su uso debe limitarse a criterios clínicos bien establecidos, con el fin de evitar intervenciones ineficaces o potencialmente perjudiciales.
La principal fuente de vitamina D es la síntesis cutánea a través de la exposición solar. Las guías clínicas no recomiendan realizar análisis rutinarios a personas asintomáticas sin factores de riesgo específicos.
Tampoco se recomienda el uso de suplementos sin una indicación médica precisa, ya que la suplementación innecesaria puede conllevar efectos adversos, especialmente cuando se exceden las dosis recomendadas. Actualmente, no hay suficiente evidencia científica que sustente beneficios adicionales más allá del ámbito músculo-esquelético.
Uso justificado: quienes deben vigilar sus niveles
El análisis de los niveles de vitamina D está justificado en pacientes con sintomatología compatible con déficit de vitamina D o con t rastornos del metabolismo óseo, como la osteomalacia, entre otros.También se aconseja en personas mayores institucionalizadas (con riesgo de caída y fractura); o personas con enfermedades crónicas que interfieren en su metabolismo (insuficiencia renal o hepática grave, enfermedad inflamatoria intestinal, cirugía bariátrica o malabsorciones). Asimismo, en tratamiento con medicamentos que interfieren en su absorción o activación (glucocorticoides, anticonvulsivantes); y sospecha de intoxicación por hipervitaminosis D.