A nivel general, los niños y los adolescentes pasan la infección de la Covid-19 de una forma leve o asintomática. La principal sintomatología son los catarros, la fiebre, los síntomas gastrointestinales o cuadros respiratorios, más frecuentes en adolescentes.

En este sentido, menos de un 1% de los niños que se contagian requieren hospitalización, y cerca de un 0,02% de ellos necesita ser ingresado en Unidades de Cuidados Intensivos Pediátricas (UCIP).

Sin embargo, del mismo modo que les ocurre a los adultos, hay niños que desarrollan la Covid persistente. A pesar de que no se conocen sus causas, algunos estudios afirman que la padecen un 4% de los niños que se infectan.

Algunos de sus síntomas en niños son similares a los que sufren los adultos, tales como cansancio, cefalea, falta de concentración o dolores musculares, aunque existen variedad de síntomas.

Se habla de Covid persistente cuando los síntomas no disminuyen en cuatro semanas y por lo general duran más de 12 semanas. Por su parte, el síndrome inflamatorio multisistémico es un cuadro que suele desarrollarse pasado un mes tras la infección.

Este síndrome pueden desarrollarlo tanto los niños sintomáticos como los asintomáticos cuando pasaron el coronavirus agudo. Además, puede darse un intervalo en el que no hay síntomas antes de la aparición de este cuadro.

Este suele caracterizarse por la aparición de fiebre, exantema (erupción de la piel) o dolor abdominal, entre otros síntomas y constituye una entidad post-Covid, pero no se trata de Covid persistente.

En este sentido, la Covid persistente afecta a la vida diaria de los niños porque genera problemas de concentración que, en una etapa de desarrollo total, pueden incluso llegar a impedir que el menor realice deporte o que acuda a clase.

Más allá de los propios síntomas, en la actualidad no existe una prueba que diagnostique la Covid persistente. Del mismo modo, tampoco existe un tratamiento generalizado, sino que cada tratamiento se basa en los síntomas concretos de cada individuo.

Sin embargo, el hecho positivo es que, si bien los síntomas persisten, con el tiempo suelen desaparecer. Además, cabe recordar que la vacunación para niños mayores de 12 años ya está disponible.