Por primera vez, la comunidad foral obliga a determinados establecimientos y espacios públicos a contar con un desfibrilador visible y en buen estado a cargo de personal con formación para su utilización.

La nueva normativa establece que deberán contar con un desfibrilador de uso público los centros educativos y los centros de trabajo con más de 700 personas, así como cualquier instalación deportiva, cultural o de ocio que tenga un aforo superior a 500 personas.

Esta obligatoriedad también implica establecimientos comerciales con una superficie superior a 2.000 m2, aeropuertos, estaciones de tren y autobús de poblaciones con más de 10.000 habitantes. Las patrullas policiales y la Policía Foral también deberan disponer de estos aparatos que salvan vidas.

El objetivo es generar espacios cardioprotegidos y crear una red de primeras personas intervinientes convenientemente formadas en reanimación, para aumentar así la capacidad de intervención inmediata en los entornos delimitados y garantizar tiempos de respuesta inferiores a cinco minutos.

Con esta regulación, Navarra se convierte en una comunidad cardioprotegida y se suma a la petición de Constantes y Vitales para que todas las comunidades autónomas instalen desfibriladores en espacios públicos. Una iniciativa a la que ya se han unido Murcia, Asturias, Madrid, Comunidad Valenciana, Cantabria y Aragón.

Los desfibriladores salvan vidas

La cardioprotección con desfibriladores ha demostrado ser una de las herramientas más eficaces para poder atender con éxito las emergencias cardiacas y mejorar la tasa de supervivencia de las enfermedades del corazón como el infarto y la angina de pecho y las cerebrovasculares, que son hoy en día una de las principales causas de fallecimiento en el mundo.

Se estima que unas 275.000 personas sufren al año un paro cardiaco en Europa y que, en España, se producen cada año aproximadamente 30.000 nuevas muertes por esta causa.

Esta cifra puede reducirse de manera significativa con un uso apropiado de desfibriladores y si se aplica la desfibrilación a la víctima en los cinco primeros minutos.

Los DEA son desfibriladores de uso público de fácil manejo, diseñados para su uso por personal que, sin los conocimientos suficientes para ofrecer reanimación cardiorespiratoria avanzada, puede ser el primero en atender una urgencia cardiaca.