Actualmente, el cáncer de cuello uterino tiene una tasa de supervivencia del 90% cuando se detecta a tiempo, gracias a las pruebas de detección rutinarias y a la vacuna contra el VPH. Sin embargo, las guías clínicas no han ido más allá, y no han abordado el futuro de estas pacientes, quienes podrían tener un riesgo alto de padecer un tipo de cáncer relacionado.
“Sabemos desde hace mucho tiempo que tanto el cáncer de cuello uterino como el de ano son causados por el VPH, el virus del papiloma humano", expone Ashish Deshmukh, colíder del Programa de Investigación para la Prevención y el Control del Cáncer. "Pero lo que no se ha comprendido bien es cómo ese riesgo compartido podría vincular ambas enfermedades a lo largo de la vida de una mujer".
Aunque se recomiendan las pruebas de detección del cáncer anal para ciertos grupos de alto riesgo, como las personas con VIH, las receptoras de trasplantes de órganos y las mujeres con antecedentes de cáncer de vulva, aún no existe un protocolo claro para la detección de mujeres con cáncer de cuello uterino.
Uno de los problemas ante esta situación ha sido la falta de datos a largo plazo sobre su riesgo y cómo este tipo de cáncer mantiene diferencias con la edad y el tiempo. Por este motivo, los investigadores han recurrido al programa SEER (Vigilancia, Epidemiología Y Resultados Finales) del Instituto Nacional de Cáncer, un conjunto integral de registros que trastea los diagnósticos de cáncer en todo Estados Unidos. Analizaron datos de más de 85.000 mujeres diagnosticadas con cáncer de cuello uterino, y las estudiaron durante dos décadas, para ver cuántas de ellas desarrollaban cáncer anal y en qué punto de su vida.
Las tasas de cáncer anal aumentan con la edad y el tiempo
En comparación con el resto de la población, las mujeres con antecedentes de cáncer de cuello uterino tenían casi el doble de probabilidades de ser diagnosticadas de cáncer anal. Las tasas de cáncer anal aumentaron con la edad y el tiempo, y la mayoría de los diagnósticos se dieron en mujeres de 65 a 74 años, 15 años después del diagnóstico de cáncer uterino.Los cánceres relacionados con el VPH suelen tardar años, a veces décadas, en desarrollarse. En algunos casos, el virus puede permanecer si es detectado o haberse programado desde otra parte del cuerpo, ya que suele ser un proceso lento y suele ser difícil de detectar por esta misma razón. “Para cuando aparecen los síntomas, el cáncer suele estar avanzado", explica Deshmukh.
Como este tipo de cáncer no es tan común como otros, el acceso a pruebas de detección especializadas es muy limitado; existen métodos confiables para detectarlos, como la citología anual (un tipo de prueba de Papanicolaou) y la anoscopia. Pero, aun así, en Carolina del Sur (Estados Unidos) solo hay actualmente un profesional capacitado para realizar endoscopias de alta resolución.
Es imprescindible realizar más pruebas y priorizar grupos de mayor riesgo
"Estos resultados nos indican que las mujeres que tuvieron cáncer de cuello uterino hace años deberían ser consideradas para la detección sistemática del cáncer anal, pero actualmente eso no está sucediendo", plantea Haluk Damgacioglu.Deshmukh y su equipo están desarrollando los hallazgos en un proyecto recientemente financiado que evaluará la mejor manera de realizar el cribado en este grupo. Esta investigación en colaboración con el Centro Oncológico MD Anderson y la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí (Estados Unidos), ayudará a determinar cómo y con qué frecuencia deben realizarse las pruebas correspondientes.
"No tenemos los recursos para evaluar a todos", reflexiona Deshmukh."Pero podemos usar estos datos para ser estratégicos. El cribado basado en el riesgo garantiza que ayudemos a quienes más lo necesitan". Por ahora, el equipo espera que su investigación genere conciencia y genere conversaciones entre pacientes y proveedores.