La investigación, publicada en la revista Thorax, señala que el tabaquismo no solo daña a los fumadores y a quienes respiran su humo, sino que sus efectos pueden transmitirse a las siguientes generaciones. Los hijos de padres que estuvieron expuestos al humo de tabaco antes de la pubertad tienen más probabilidades de presentar una función pulmonar reducida, especialmente si también sufrieron tabaquismo pasivo en su propia infancia.
La EPOC, que incluye bronquitis crónica y enfisema, es actualmente la tercera causa de muerte en el mundo y provoca alrededor de tres millones de fallecimientos cada año.
El estudio en cifras
Los investigadores analizaron datos del Estudio Longitudinal de Salud de Tasmania (TAHS), que siguió a 8.022 niños durante varias décadas con pruebas de función pulmonar y cuestionarios de salud respiratoria. El análisis final incluyó 890 pares de padres e hijos con registros completos.
Más de dos tercios de los padres y más de la mitad de los hijos habían estado expuestos al humo de tabaco en la infancia. Entre los hijos, casi la mitad eran fumadores activos en la mediana edad y un 5% había desarrollado EPOC a los 53 años.
Los resultados mostraron que la exposición de los padres al humo pasivo en su niñez aumentaba en un 56% las probabilidades de que sus hijos tuvieran una función pulmonar por debajo de lo normal. Además, se duplicaba el riesgo de un deterioro acelerado en las medidas de espirometría (FEV1/FVC).
Un periodo crítico
Los autores subrayan que la etapa previa a la pubertad es especialmente sensible: la exposición a sustancias nocivas en esos años puede alterar la expresión genética y los mecanismos de reparación celular, con consecuencias que se transmiten a la descendencia.
Aunque el estudio es observacional y no permite establecer una relación de causa-efecto definitiva, aporta la primera evidencia de que el tabaquismo pasivo en la infancia de los padres puede tener efectos adversos sobre la función pulmonar de sus hijos décadas después.
Los investigadores recalcan que fumar afecta no solo a los fumadores, sino también a sus hijos y potencialmente a sus nietos. Por ello, insisten en que los padres pueden cortar este legado dañino evitando fumar cerca de los niños. Cuidar los pulmones hoy no solo protege la propia salud: también puede marcar la diferencia en la de las futuras generaciones.