El desarrollo de pólipos colorrectales, es decir, crecimientos anormales de estos tejidos, es un factor de riesgo para el cáncer colorrectal en cualquier individuo.

De hecho, la poliposis (muchos pólipos en el tracto intestinal) indica, de manera frecuente, un factor de riesgo del cáncer colorrectal y de otras neoplasias malignas.

En este sentido, tanto a las personas diagnosticadas con pólipos, como a sus familiares, se les recomienda someterse a un examen más exhaustivo y a otros procedimientos invasivos para detectar los crecimientos anormales en la etapa más temprana posible.

Según el estudio, los pacientes desarrollaron poliposis a una media de 27 años después de su tratamiento contra el cáncer. Además, el 35% de los pacientes tendría más de 50 pólipos colorrectales, y el 94% llegaban a tener múltiples tipos de pólipos, incluidos adenomas, pólipos serrados, pólipos hiperplásicos y hamartomas. Algo que contrasta con otros síndromes de pólipos hereditarios en los que todos son generalmente del mismo tipo.

También, se ha observado que el 74% de los pacientes había experimentado otras complicaciones asociadas con el tratamiento del cáncer: el 50% habían sido diagnosticados con afecciones cancerosas fuera del dolor, y el 47%, con condiciones no cancerosas indicativas de tratamiento previo contra el cáncer.

Estos hallazgos sugieren, de esta forma, que las personas que desarrollan poliposis asociada a la terapia (PAT) pueden ser especialmente susceptibles a afecciones relacionadas con el tratamiento en general.