En un corazón sano se producen contracciones causadas por una señal eléctrica enviada desde las células sinoauriculares. Esta señal se propaga por el músculo hasta que llega al miocardio y provoca el latido.

En un infarto, el oxígeno no llega al miocardio, lo que hace que no tenga energía para moverse y, por lo tanto, que se mueran las células a las que no les llega sangre (necrosis) y se cree una cicatriz la cual no tiene capacidad de contraerse ni de conducir electricidad, debilitando así el corazón.

Para combatirlo, desde el Insituto Trinity College Dublín (Irlanda) trabajan en la creación de nuevos materiales conductores de electricidad para ser colocados en las cicatrices.

Los tipos de materiales usados son nanopartículas metálicas, carburos metálicos, pequeñas láminas de carbono y polímeros, todos ellos cargados de sustancias especiales para la conducción de la electricidad. El polímero PEDOT parece ser el material que mejor encaja en la reparación de cicatrices cardíacas y se puede crear a partir de impresoras 3D.

Por otro lado, la toxicidad que pueden provocar estos materiales en nuestro organismo a largo plazo aún no está comprobada, pero se está estudiando la posibilidad de purificarlos previamente.

Los autores del estudio confirman que estos componentes pueden tener efectos beneficiosos a largo plazo, ya que algunos de éstos tienen propiedades antinflamatorias. Además, también podrían servir de estructura en la que se regeneren las células cardiacas y, para proyectar hidrogeles con medicamentos a distintas regiones del órgano.